XXXIII

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Hace tiempo que te espera

Hace tiempo que te busca

Llama a su amor desde la puerta de cristal

Busca la moneda para poder escapar.



— Julie, Julie, aquí está mamá.

Esa era una voz muy familiar, ¿mamá, mi mamá? ¿Era mi mamá? ¡Mamá, mamá, mamá! No podía hablar, no me podía mover, no podía hacer nada más que sentir como caían las lágrimas por mi rostro.

— Julie, mi pequeña valiente— la voz provenía de la derecha y con mi mayor esfuerzo giré la cabeza para tratar de ver dónde estaba mi mamá— Julie, Julie.

De pronto vi como a mi derecha se formaba una escena, sin responder mis órdenes mi cuerpo giró. Mi mamá me tenía de la mano y decía mi nombre, yo tenía como 5 años o menos, no lo sé, no estaba muy segura, estaba como en trance, como si estuviera teniendo una visión, ¡a los 5 años! ¿Cómo es que no recordaba eso?

— ¡Julie, Julie! Aquí está mamá— decía mi madre, trataba de sacarme de ese trance pero yo simplemente seguía así— ¡Alejandro!

— ¡ya voy! — la voz de mi papá también sonaba asustada, pero en cierto modo, parecía estar más tranquilo que mi mamá.

— ¿qué tienes mi pequeña?

— aquí estoy— dijo mi padre y se acercó a mí, yo abrí los ojos, él se quedó perplejo por un momento después se arrodilló para tomar mis manos.

— auxilio papá— dije y las lágrimas comenzaron a brotar de mi aniñado rostro.

— Julieta, manda a mí tus visiones— ordenó mi papá y tomó fuerte mis manos, la pequeña Julieta lo miraba fijamente, yo esperaba expectante.

Mi padre comenzó a temblar como yo, de pronto se puso de pié y sin abrir los ojos alzó a la pequeña Julie en sus brazos y ambos giraron hacía mí, Julie me miraba fijamente y mi padre aún no abría los ojos.

— haz lo que tengas que hacer Julie— dijo mi padre— cuida lo que te pertenece y cumple con tu destino.

— ¿cuál se supone que es el destino del que hablas papá? Porque sacar al rey de Vesta es el destino de Cristian ¿qué debo hacer? — dije, mi voz sonaba como la de la pequeña Julie.

— haz lo que tengas que hacer para ayudar, no son tus manos las que actuarán si no la del fuego, no será tu cuerpo sino que el del fuego— dijo mi padre, parecía hablar al azar porque no respondió nada de lo que pregunté.

— papá, tengo miedo— dije.

— ¡Julie! — gritó, de pronto sentí un fuerte dolor en mi espalda y alguien me empujó, caí de rodillas.

Una espada había atravesado mi cuerpo, la punta ensangrentada estaba frente a mis ojos, lentamente y con mucho dolor, el arma estaba siendo extraída, una concentración de un líquido con sabor metálico se juntó en mi garganta, me dieron ganas de vomitar, pero sólo logré toser sangre haciendo que el dolor se sintiera aún más fuerte. Una vez que sacó la espada, me giró y sentí más ganas de vomitar, esta vez sí lo logré, pero sólo era sangre, caí, pero a duras penas logré levantarme para ver a mi agresor.

— ¡Julie, Julie! — gritaba mi papá a lo lejos, volví a caer, apenas me mantenía de rodillas— déjala bastardo.

— Vesta no es un lugar para niñas bonitas— murmuró la persona que me atacó, aún no había visto su rostro, pero su voz me llamó la atención.

HIJOS DEL FUEGOKde žijí příběhy. Začni objevovat