XXIX

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Las olas me dicen que este es mi lugar
Las olas me señalan todo lo que he de pasar
Todo lo que pasé y todo lo que pasa en este mismo momento.

El fuego en mi corazón aún sigue fluyendo
El fuego de tus ojos aún sigue creciendo
El amor ardiente que en mis venas fluían
Va desapareciendo con el agua fría.


Los jardines del Palacio eran hermosos, había mucho más color que en el interior, Inaia y Mar caminaban conmigo y conversábamos sobre las flores, la plantas y los arbustos, en cierto momento Mar me preguntó por mi herida, como siempre, estaba bien, mientras estaba medicada y vendada, apenas sacaban lo que lo cubría y comenzaba a sangrar. Ya habíamos recorrido todo el jardín por tercera vez y Yuki no apareció.

— Yuki me dijo que van a ir a la aldea, quisiera ir con ustedes— dije.

— tendrías que preguntar a Barsha, yo creo que no habrá problema.

De camino a mí habitación me detuve frente a la de Cristian, no había salido en todo el día, me acerqué a la puerta y toqué, como no me contestó entré para ver cómo se encontraba, estaba acostado en la cama, dormía profundamente, recordé al pequeño Mizu de la visión y como me dio un beso cuando lo salvé, también le di un beso en su mejilla, me causaba mucha ternura verlo tan tranquilo.

Mar me había dicho que Barsha estaba siempre en su habitación, nadie sabía lo que hacía ahí dentro, me explicó más o menos en qué parte del castillo estaba y yo no dudé un segundo para ir junto a ella, realmente no quería verla, detestaba su presencia, pero las ganas de salir de aquella nueva y cómoda cárcel y volver a la aldea eran más fuerte, tal vez los hijos del fuego podían encontrarme nuevamente, pero ya no quería seguir encerrada en ese castillo, además si los vestainos me encontraban podría ir a salvar a Axalia. Llegue a la puerta donde, se suponía, debía de estar Barsha, estaba por tocar cuando me di cuenta que simplemente estaba apoyada al marco y no cerrada, como toda una espía y deseando en lo más profundo de mi corazón encontrar algo malo en aquella reina, me acerqué a escuchar la conversación.

— Yuki, aquí estoy— no reconocí esa voz, pero se me hacía familiar.

— ¿es en serio? ¿por qué? — Yuki parecía sorprendido y su voz sonaba algo alegre.

— me dijeron que así se visten las hijas del agua para...

— pero no lo entiendo...

— no hables más— le interrumpió la mujer, me parecía una voz muy conocida.

— pero, no quiero tocarte, no hasta después de lo que me mostró el árbol.

"¿el árbol? ¿por qué estoy escuchando esto? No debo hacerlo, no es sano" pensé, pero no me moví de donde estaba.

— pero yo te quiero ahora— dijo la voz femenina.

— ¡Julieta, ya para! ¿Qué te hicieron para que actúes así?

¡Espera! ¿Julieta?

Entré sin pensarlo dos veces, ¿por qué dijo mi nombre?. Observé la escena más rara que una persona normal puede ver, si pudiera llamarme normal, había una chica idéntica a mí parada junto a Yuki, llevaba puesto uno de esos trajes verdes que usaban las hijas del agua para seducir y se notaba que intentaba obligar a Yuki a ir a la cama. No podía creer lo que mis ojos veían, miré a los costados para buscar a Fa, tal vez era una visión, pero no, todo era real.

HIJOS DEL FUEGOWhere stories live. Discover now