XIX

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El sol baila en tus ojos cuando me miras al pasar
y mi corazón decide esperarte cuando te veo marchar.
Tu agua hace su morada en el calor del sol
y a pesar de que me aleje mis ojos brillan por amor.



La celda era gris, el olor era horrible, una mezcla de vómito con cigarro, la puerta de madera estaba llena de moho y en una de las esquinas las hormigas se habían construido un refugio. El lugar estaba frío, en penumbras, pero en mi mejilla caían gotas calientes de los ojos de Yuki, él seguía llorando mientras pronunciaba mi nombre, intenté ponerme de pie, pero mi amigo no lo permitió, me abrazó con fuerza y siguió llorando, mis piernas estaban tendidas en el piso húmedo, pero todo el resto de mi cuerpo estaba sobre Yuki, sentí mis mejillas sonrojarse cuando él puso rostro en mi cuello. No dejaba de pronunciar mi nombre.

— ¿acaso me morí? — pregunté, sentí cosquillas en el cuello cuando la respiración de Yuki tocó mi piel.

— Julieta, me asusté mucho— dijo, no me soltó.

— ¿Qué pasó? — pregunté.

— después de que Alair nos capturara tú te pusiste muy mal y vomitabas, lo hiciste varias veces seguidas y cuando intentamos despertarte sólo volviste a vomitar hasta quedar inconsciente— comenzó a llorar nuevamente— pensé que te moriste, que ese maldito te mató.

Le devolví el abrazo, sentí como latía su corazón y un momento después, también el mío latía al mismo ritmo que el de Yuki. Me aparté de él cuando sentí que estaba tranquilo.

— entonces todo el olor a vomito de este lugar es mi culpa— sonreí.

— más o menos— respondió.

— ¿por qué más o menos? — pregunté.

— porque este lugar ya olía mal antes de que tú llegaras— dijo Yuki.

Cuando dijo eso me percaté de que tal vez a él lo trajeron antes, eso significaba que yo fui llevada a otro lugar para luego parar en ésta celda. Me puse de pie, me mareé un poco pero, con la ayuda de Yuki me acerqué a la puerta llena de moho que tenía una ventanilla, miré por ella y lo único que pude ver fueron otras puertas de la misma forma, estábamos en una especie de cárcel o calabozo. Escuché unos pasos acercarse y me alejé un poco, venían murmurando algo, pero no pude entender su forma de hablar. Mire de reojo a Yuki que no quitaba su mirada de mí. Nuestra puerta se abrió y tres pelirrojos vestidos de guardias medievales aparecieron por ella, ambos me miraban, intentaron acercarse, pero yo retrocedí y Yuki vino rápidamente frente a mí.

— vamos a llevar a la señorita Julieta junto al Rey— dijo el pelirrojo con más pecas.

— no voy a ir a ningún lado— dije— aquí me quedo.

— venga dama, el rey nos pidió que te llevemos y al joven contigo para que no te niegues.

— su majestad nos pidió que te llevemos a lavar y dejarte presentable para que usted pueda ver a Mizu.

Mizu, mi corazón dio un salto, ver a Cristian era algo que quería hacer desde que llegue a este mundo. Lo que no entendía era el porqué de encerrarme en aquella cabaña si al llegar al castillo me llevarían de igual forma junto a Cristian, eso era algo que no tenía sentido.

— Sólo si Yuki viene conmigo— dije y apreté el brazo de mi amigo, temía que le hicieran daño.

— Sí, él también vendrá— dijo el guardia.

HIJOS DEL FUEGOWhere stories live. Discover now