XXXI

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Mucho me temo princesa que no nos volveremos a ver
Muy a pesar de mi pena el destino se encargó de disolver
Todo aquello que de amor desbordaba
Todo aquello que mi alma anhelaba.

Princesa mía con ojos de mar
Prometo nunca olvidarte, promete nunca llorar.
Princesa mía con cabellos de azabache
Prometo volver y ya nunca dejarte.

Estoy en el cielo, en el calor del fuego,
Estoy en el sol y en tu más profundo anhelo
Siempre te veo y protejo tu vida
Siempre te observo y las vidas de tus vidas.



"En el Dios de dioses había mucho más de aire que de otro elemento, por eso es que todos tenemos algo de aire en nuestro ser, igual que algo de agua. Ahora quisiera pedirte, si no es molestia, que nos liberes, no puedo hablar aún, pero siento que mi hija está por hacer alguna cosa mala"

El papel estaba escrito con una letra hermosa, pero se notaba la urgencia y la rapidez con la que escribió. Traté de canalizar el fuego para enviarlo hacia la cerradura que los guardias habían cerrado, así como me había intentado enseñar Barsha, lo cierto era que no lo quería hacer mucho, pero poco a poco me fui dando cuenta de como lo hacía ella con el agua, me concentré intenté envía el calor a mis manos, pero no sentía nada, no podía.

— ¿Qué pasa? — preguntó Yuki.

— no puedo traer el fuego a mis manos, algo me lo impide.

— tal vez el lugar este encantado de alguna forma, sería lo más lógico, porque parecen ser celdas muy fáciles de romper.

Saqué las manos de la jaula y pude sentir el calor en ellas. Miré a Yuki, después de comentarle lo sucedido seguí su consejo de liberar primero a la otra prisionera. Sentía mis manos calientes y deseé con todas mis fuerzas que el calor rompiera la cerradura de la puerta. Comencé a sentir, en la mano donde tenía la herida, que está se abría nuevamente, lo siguiente que pasó fue extraño, las vendas que cubrían mis manos se comenzaron a incendiar y luego cayeron al suelo, mis manos se tornaron un tanto más rosas y la sangre de mi herida se escurría como cascada, era muy extraño que el fuego de las vendas no me quemaran, ni siquiera me había asustado de ver el fuego, algo que, por lo general, me mataba del susto, pero esta vez fue diferente, más bien, me sentía sorprendida. De pronto la puerta se abrió, cuando logré ver a la mujer que estaba dentro, caí al suelo exhausta. Mire mi mano y la herida estaba fresca como si me lo hubieran cortado recientemente, un sabor metálico llegó a mis labios y, con mi mano sana, toque mi nariz que también sangraba.

— esa celda no me permitía hablar— dijo la mujer abriendo las celdas donde estábamos Yuki y yo— muchas gracias.

— no hay de qué— dije y me puse de pie para acompañarla.

— ven conmigo hijo del agua— dijo a Yuki— tú te quedas aquí hija del fuego, ya hiciste mucho— me dijo y beso mi frente.

Cuando abrí los ojos estaba sentada en una habitación completamente blanca, a lo lejos venía Fa caminando lentamente, cuando lo reconocí corrí a abrazarlo. Él parecía herido, lastimado, como si hubiera llegado de una batalla muy dura.

— ¿qué te paso Fa? — pregunté al verlo de cerca.

— esa impostora se metió aquí y me encerró en tus pesadillas ¿cómo es posible que tengas tanto miedo a las alturas? Estuve como semanas cayendo, esquivando todo tipo de pesadillas, había un oso de peluche, ¿tienes miedo a los osos?

HIJOS DEL FUEGOWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu