XVI

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Hechicera dime algún conjuro que he haga recordar
Los momentos de alegría donde todo era amar.
Hechicera hazme un hechizo que me haga olvidar
La tristeza que abunda en este mi nuevo andar.



No pude contener a mi cuerpo porque apenas vi a Alair corrí a abrazarlo, era la primera vez que veía a alguien a quién ya conocía en éste mundo. Salí del carro y él me inspeccionó, se aseguró de que estaba entera y me estiró para llevarme.

— espera, Yuki está conmigo— dije y él nos siguió, Alair me miró sorprendido, pero no se negó.

— bien, vamos, todo el atraco llegará a oídos de Rey Uzziel muy pronto— a pesar de todo, él seguía tratando con respeto a su rey.

Al costado del camino sólo había bosque así que corrimos por ahí a la velocidad que podíamos, al parecer, yo era muy lenta, porque metros después Alair me cargo en su espalda y me llevó, de esa manera avanzábamos a una mejor velocidad, ambos hombres corrían muy rápido. Después de recorrer un buen trecho llegamos a una cabaña, el calor en ese bosque era insoportable, era un ambiente húmedo, como si el tiempo estuviese amenazando de que caería lluvia en cualquier momento, llegamos a la puerta, la cabaña estaba ubicada casi en medio del bosque, a varios metros del mismo arroyo, Alair la abrió y sólo cuando entramos me bajó.

— bien aquí se quedarán por el momento, no deben salir, yo vendré a traerles comida y lo que necesiten, nadie sabe que los resguardo y nadie debe saberlo— dijo, tenía mi rostro en sus manos, después me abrazó— estoy muy feliz de que estés bien mi señora.

— gracias Alair— respondí.

— bien, ahora los dos son considerados fugitivos del trono— dijo— cuídate.

— oye— lo detuve antes de que se vaya— ¿cómo está Cristian?

— bien, está en el castillo, con su hermano, por lo menos sigue con vida— respondió.

— ¿y tu hermano?

— ¿qué? — preguntó, sus ojos recorrieron los míos con rapidez y luego de unos segundos continuó— también está con vida.

— me alegro por ti— dije y corrí a abrazarlo una vez más— vuelve pronto Alair y si te es posible trae noticias de Cristian y dile que estoy viva y bien.

— lo haré mi señora.

— Julie, ya te dije, dime Julie.

— lo haré Julie.

Sólo cuando Alair salió, me detuve a observar la casa, era una cabaña muy acogedora, de madera, hasta el techo y el piso, de una sola habitación, no tenía ventanas, la puerta estaba cerrada y había un catre, una silla junto a una mesa, una especie de cocina a leña, para mi gusto, muy peligrosa en una casa de madera y algunas ollas de hierro. Me acerqué a la cama y me senté. Aún me sentía cansada y el sueño volvió a perturbarme. Yuki se sentó a mi lado y me miró, estaba muy serio.

— ¿confías en ese hombre? — preguntó.

— sí, él me dijo que su deber era protegerme desde el momento que yo salve su vida. Lo conocí en mi mundo.

— yo no confío en él, ningún vestaino es digno de confianza— dijo mirando la pared y después de un momento volvió a mirarme— tú no eres vestaina— aclaró, luego me preguntó si me sentía bien, a lo cual le dije que sí y después de unos segundos de silencio continuó— en el carro... tu hablaste de ese tal Cristian y llorabas— dijo desviando la vista— ¿quién es Cristian?

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