IX

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Busque al amor del ama mía,

lo busqué sin encontrarlo.

Me topé con los guardias de la ciudad y las pregunté

¿Han visto al amor de mi alma?

Encontré al amor de mi vida,

lo he hallado y no lo dejaré jamás.

_cantar de los cantares 4, 8ss



La oscuridad reinaba en esa habitación, una luz se veía a lo lejos, pero no podía ver nada a pesar de ello, de pronto comencé a oír voces que poco a poco se fueron acercando, era como si corrieran en mi dirección, tanto fue el acercamiento que parecían estar a mi lado, al menos yo lo sentía así.

¿ella puede ser madre del heredero?

— tal vez majestad, pero corremos el riesgo de que en realidad la ame.

— Pero dices que Ileana es buen partido ¿no es así?

— Mi rey, podría ser una buena madre, tiene buenas caderas y su hermano siempre estuvo interesado en ella.

— además ella es de una buena familia, ella no es la mejor, pero no está mal... Ileana será.

— ¿majestad y qué hará con la vidente?

— esa niña no vivirá más de un día en Vesta.

Mi cuerpo permanecía inmóvil ante la presencia de la oscuridad, siempre tuve miedo de perderme en un lugar así de oscuro, a pesar de la extraña luz lejana, cerré los ojos por temor.

— Querido— dijo una voz diferente las otras voces masculinas que había escuchado, parecía ser una mujer adulta, ¿talvez su esposa? — consultamos con Axalia, ella jura que Alair lo traicionó majestad.

— no es posible... es el más fiel de mis guerreros.

— ¿no recuerda que Axalia le dijo que la otra vidente es muy poderosa? tal vez lo convenció Majestad— dijo la voz del otro hombre.

Mis ojos comenzaron a arder y comencé a pestañear, a la tercera vez me vi, nuevamente, en la espalda de Alair, el lugar estaba oscuro, ya había anochecido, las nubes estaban rosadas, parecía estar a punto de llover.

— Alair, puedes bajarme, ya me cargaste mucho— dije.

— no te preocupes— respondió.

Respire profundo y pude percibir el perfume de Cristian, apoye mi frente por su nuca, como reflexionando y murmuré para mí.

— hueles a Cristian— agregué bostezando, aún tenía bastante sueño así bajé la cabeza y apoyé la mejilla en su espalda. Alair soltó un largo suspiro, entonces deduje que sí estaba cansado y solo quería ser amable— puedes bajarme— dije y me enderece tratando bajar las piernas, pero él las trabó con sus brazos— quiero bajar— ordené, pero aún no obedecía.

— no voy a bajarte, aún estás muy cansada niña— dijo y caí en cuenta que era Cristian— yo acabo de cargarte así que no te preocupes, no eres muy pesada.

— ¿y Alair?

— está junto a tus padres un poco más atrás ¿lo llamo?

— no— me apresuré a contestar, me sonrojé ante mi respuesta inmediata.

HIJOS DEL FUEGOWhere stories live. Discover now