XXIV

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¿Por qué es tan injusto el destino que nos depara?
¿Por qué buscamos seguirlo si sabemos cómo acaba?
Te escucho oráculo de mi alma
Te escucho oráculo de mi ser

Dame las respuestas que te pido
Aun no me dejes desfallecer.
Mira mi tristeza, mira mis penurias
Mira lo que hago para volverla a ver



Mis deseos se hacían cada vez más que fuertes, quería negarme a hacer lo que el destino quería que haga, sabía que no era posible, pero negarme a todo lo que no quería, era algo que mi alma de hija única y caprichosa me incitaba a hacer.

El camino se volvía cada vez más pesado, el silencio reinaba en el exterior, a pesar de que en mi interior había gritos desesperados, no habíamos hablado más de lo necesario desde que salimos de la cueva, mi corazón me iba mostrando poco a poco todo lo que había descubierto, me torturaba con cada frase, con cada profecía; el collar que me había dado Marzalea pesaba más de lo que parecía y la piedra del centro era cada vez brillaba más. Yo representaba verdaderamente el corazón del fuego, justamente yo, la que era más hija de la tierra o del agua que del fuego, ni siquiera conocía el reino, sus secretos, no había vivido en ese lugar por más de unos cuantos meses, si me hubiesen dado a elegir, sin duda hubiera escogido a Cristian para que tenga todo el poder, la valentía y el corazón del fuego, sin necesidad de incluirme en toda esta historia.

Hacía dos días que caminábamos, por lo visto, el castillo estaba bastante lejos, pero esta vez, por suerte, nadie me prometió que era cerca, según Cristian a caballo hubiésemos avanzado mucho más rápido, pero en el trajín del apuro no nos dio tiempo a buscar ninguno. Como estábamos cerca del río pude asearme ambos días y la ropa que Axalia me había dejado me ayudaba mucho, pero yo no estaba a favor de utilizar todos los días vestidos así que, muy a pesar de Yuki, me había puesto su ropa, realmente era mucho más cómoda que lo querían obligarme a usar.

El silencio del bosque me perturbaba, no era algo a lo que estaba acostumbrada, pero parecía ser mi propio silencio el que verdaderamente abrumada a Yuki y a Cristian. Desde aquel mensaje, por alguna razón, que se me escapaba, mis labios no querían pronunciar el nombre de Cristian en voz alta, no podía, como si quisiera torturarlo y llamarlo solo Mizu, para asombro de los tres, supuse que era solo una secuela pos traumática, no me era fácil de digerir saber que yo era como una parte fundamental del plan del fuego, que mi destino era cumplir mi misión y volver a mi mundo.

"El ojo del fuego llegará a la cima del mundo y el vapor soportará su mirada"

Estaba por llegar el momento en que tenía que sacar al hijo de Agnis del poder del reino. Y darle lugar al hijo de Aidan, el que fue elegido para tener su poder era Cristian. Después de mucha caminata, por el bosque llegamos al final del mismo, estamos frente a una cascada. Era la primera cascada que veía de cerca en mi vida pero, no era muy normal, la cascada en vez de bajar, como se suponen, son las cascadas, subía, era gravitatoriamente imposible, la lógica era una palabras que carecía de sentido en este mundo.

— ¿En este mundo es normal que una cascada suba de esta manera? — rompí el silencio.

— nunca lo había visto con mis propios ojos, mi padre me contaba la leyenda de esta cascada, dice que cuando Vesta tomo a todos los reinos obligó a la reina de Ohian a cambiar el rumbo de las aguas, al menos de esta arteria porque iba directo de Vesta a Ohian.

— ¿esto no tiene consecuencias? — pregunté, el asombro no dejaba mi rostro en paz.

— según mi mamá, sí, recuerdo que ella siempre decía que los peces aún no se acostumbraban a esa corriente y que aún le dolía las muerte de tanto animales, yo en su momento no lo entendía— agregó Yuki.

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