XXV

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Mira el corazón que te está buscando
Mira la alegría que se va alejando
Princesa mía vuelve pronto a mi
Que sin ti, amor mío ya no sé cómo vivir.

El destino cruel se encargó de alejarnos
Pero que feliz sería con solo una vez besar tus labios
Ven a salvarme de lo oscuro
Ven a sacarme la tristeza
Que mi corazón te llama
Para que le devuelvas la tibieza.



— ¡Yuki, Cristian! ¿Dónde están? — volví a preguntar, nadie me respondía, el lugar era tan oscuro que no podía siquiera ver mis manos, mis piernas comenzaron a temblar, mis manos me sudaban y mi cuerpo se sentía pesado, sabía que vendría una visión, a pesar de todo, me puse de pié, sin apartarme de la pared, escuché unos pasos bastante lejos, pero cada vez se acercaba más— ¿quién está ahí? ¿Cristian, Yuki?

— no— la voz de una mujer interrumpió mis palabras— soy Barsha y entré a tu mente, fue muy difícil, pero ese muchacho no pudo contra mí.

La luz hizo su reaparición solo para mostrarme a Fa tendido en el suelo y bastante lastimado, me acerqué corriendo a él y lo ayude a sentarse. Las pisadas estaban tan cerca, parecían retumbar en mi cabeza.

— Es la reina de éstos poderes Julie, ella es muy fuerte, pero es igual de bondadosa— dijo Fa— es todo lo que podre decirte, me duele todo.

— no hables más— dije mirando sus ojos. Los pasos se detuvieron, de pronto apareció frente a mí una sombra con la silueta de una mujer.

— tu sangre es impura— rugió, su voz me causo mucho temor— no dejo que los de sangre impura entren a mi reino y la tuya es completamente impura, no solo son de dos sino de los cuatro hijos del Dios de Dioses ¿Por qué un monstruo como tú viene a mi reino?

— ¿monstruo?

— ¡contéstame!

— No sé, yo solo vine aquí porque los vestainos quieren matarme, el fuego me dijo que tengo que sacar del trono al Rey de Vesta y que tengo que proteger al hijo de Axalia, no soy un monstruo, sólo soy una humana con sangre que no pidió tener— dije me sentía ofendida y enojada, sentía mis ojos humedecer, demonios, no debía llorar en esos momentos.

— muy bien, adelante— dijo la voz.

De pronto abrí los ojos y estaba en una habitación tan iluminada que hasta molestaba la vista, me incorporé y pude ver a una mujer alta de cabello negro y largo, le llegaba a la cintura, me miraba fijamente parada al final de la cama, su rostro estaba serio y sus enormes ojos celestes parecían inspeccionar mi alma entera, tenía en su oreja derecha un arete colgante en forma de esfera de color índigo que llamó mi atención, pero rápidamente traté de ignorar su la belleza que deslumbraba y los accesorios que lucía y pregunte por Fa.

— soy la reina, yo debería hacer las preguntas— dijo sin cambiar de expresión, su voz era la misma de la de mi visión.

— ¿qué le hiciste?

— no voy a responder nada.

Me puse de pié en la cama, estaba muy enojada, esa mujer me alteraba de alguna forma, me baje de un salto al suelo y me puse frente a ella a una distancia respetable, me sentía enojada, pero no era tan tonta como para arriesgar mi vida, había cosas que aún tenía que hacer en éste mundo antes de volver o morir. Realmente era una mujer muy alta, llevaba puesto un vestido blanco que al parecer, le quedaba un poco corto, los flecos del vestido terminaban en su pantorrilla y dejaba al descubierto sus pies descalzos. Ella me dio la espalda y caminó hacia una mesa donde había algunos alimentos.

HIJOS DEL FUEGOWo Geschichten leben. Entdecke jetzt