VI

164 24 1
                                    

Mira al caballo fuerte y valiente
Cabalga por fuego y sin detenerse
Mira esa flor que fuego trae
Mira el cuchillo que al mal atrae
No caigas princesa, no pienses en vano
Que ganar la batalla es único resultado
Mira al caballo fuerte y valiente
Camina por fuego y sin detenerse
Se acerca a la muerte que lo llama insistente.



Mi papá hizo una reverencia y me dijo que tome asiento, yo obedecí, Cristian se sentó en uno de los sillones de cuero y mi papá en el otro.

— Todo comenzó cuando los vestainos querían llegar a más territorios y conquistar todo lo que tenían a su paso, llegaron hasta Ohian, un lugar caracterizado por tener gran cantidad de oráculos y profetas, uno de los reinos más fuertes— dijo mi papá.

¿De qué diablos habla? ¿vestainos, Ohian, conquistar tierras, oráculos, profetas? Es demasiado confuso.

Creo que ambos se dieron cuenta de lo absurdo que me parecía todo o de la confusión en la que se encontraba mi mente tratando de procesar todo lo que acababa de oír, eran muchas palabras desconocidas, demasiada información. Yo nunca hacia tanto esfuerzo por aprender algo, lo que sea, Margarita siempre sufría conmigo porque nunca estuve demasiado dispuesta a esforzarme mucho a la hora de aprender o de hacer tardeas.

— Señor, un momento, ella no conoce nuestra historia— intervino Cristian en mi auxilio.

— entonces le contaré majestad— dijo mi papá y volvió a mirarme fijamente— hace mucho tiempo...

— espere— Cristian lo interrumpió con elegancia, ignorando la mirada molesta de mi padre— es mejor que se lo muestre.

— ¿De qué hablas? Ella aún no sabe nada de las técnicas, eso requiere años y años de entrenamiento.

— pero por alguna razón ella puede, vio la coronación de mi hermano y mi consagración al ejercito sacrosanto de Vesta— dijo Cristian

¿Ejercito sacrosanto de Vesta? ¿eso eran las imágenes que vi? Me detuve a pensar un momento en todo lo que vino a mi mente aquella vez, mis manos comenzaron a sudar y mis piernas temblaron levemente, si lo que tenía era una enfermedad, poco a poco se iba agravando.

— solo tienes que tocarla y sabrá todo— dijo Cristian.

— ¿y cómo sabes eso? ¿Acaso la tocaste? ¿Qué le hiciste? — inquirió mi padre olvidando por completo el respeto y la formalidad con la que venía tratando a Cristian.

— nada señor, no toqué a la niña— respondió sin poder disimular lo incómodo que se sentía ante esas preguntas.

¡Listo! Mi corazón está roto. Sólo soy una niña para él.

— Bien, ahora necesito que me expliquen lo que está pasando— interrumpí la pequeña discusión que habían comenzado, me había cansado de ser mera espectadora— diré mis síntomas cuando estuve frente al tipo vestido de rey— dije tratando todo aquello como una enfermedad.

— es el rey, debes de mostrar más respeto Julie, aunque no te caiga bien— dijo mi padre mirando a Cristian.

— ¡no es mi rey! Ni siquiera lo conozco— respondí molesta por la interrupción, los dos quedaron mudos, hasta parecían pálidos, como si hubieran visto un fantasma, ignoré sus expresiones y continué— cuando su sirviente me puso frente a él me sentí llena de emociones y vi lo que dijo Cristian— quise decir lo que vi ese mismo día en la habitación donde estábamos, dirigí la mirada la puerta roja y me concentré en ella unos segundos, decidiendo si hablar de ello o no.

HIJOS DEL FUEGOUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum