XX

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Me acecha el miedo ojos de sol
Vuestro amor no parece suficiente
Vuestro hermano busca venganza
Nuestro hijo sabe de ellos.

Me acecha el miedo hija del lago
Me corroe el terror cuando lo veo
¿Acaso el destino tiene otro designios?
¿Acaso el supremos no busca la paz?



Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando vi al rey acercarse, ni se inmutó por la presencia del Yuki en el salón, se colocó frente a mí y me dio la bienvenida. Me miró a los ojos y luego vio mi cabello, lo tocó, intenté apartar mi cabeza, pero mi cuerpo no respondía a las órdenes de mi cerebro, recordé la primera vez que lo vi mi cuerpo quería ir con él, aquella vez tampoco respondía a mi cerebro, como ahora.

— ¿qué es lo que me haces? — dije.

Todos me miraron sorprendidos, inclusive Yuki, sus ojos celestes parecían decirme "no hables", pero yo lo ignore y no detuve a mi lengua, la deje fluir.

— - ¿a qué se refiere dama? — dijo Alair.

— Hablo con el rey, no con traidores— dije, el rostro de Alair se puso serio, el rey sin embargo sonreía frente a mí, yo miré sus ojos amarillos con toda la intensidad que podía— ¿qué me estás haciendo?

— Yo no hago nada— respondió el Rey— sígueme, hay alguien que quiero que conozcas, ella va a ser la reina de Vesta. Vamos, está en el salón del trono.

Mi cuerpo lo siguió, Yuki se puso a mi lado y tocó mi mano con la suya, sólo en ese momento pude sentir nuevamente el control de mis miembros, entonces tomé su mano y me aferré a ella, él clavó sus ojos en los míos y yo, moviendo los labios sin pronunciar palabras, le dije: "te explico luego", Yuki movió levemente la cabeza hacia abajo, afirmando mi acción.

Llegamos frente a una puerta enorme y de madera, parecía de esas antiguas y gigantes de las iglesias de antaño, tenían talladas cuatro flores, como las de fuego que había visto en aquella visión. El rey se adelantó y, junto a Alair, abrió la puerta, tras ella había una habitación enorme, la luz que entraba por los ventanales me cegó por un momento y cuando recupere la vista pude ver un salón hermoso, había, en el centro mismo, una pasarela con piso de color rojo que llevaba al trono del Rey, un trono digno de los hijos del fuego, era de ópalo de fuego, realmente hermoso, reflejaba los colores del fuego a la perfección, inclusive parecían llamas que se movían por el viento cálido que entraba a la habitación, junto a este estaba un asiento más pequeño, de una roca negra y brillante, eran los tronos más impactantes que había visto en mi vida, los únicos tronos en realidad.

— Este es mi trono y es solo mío— dijo el Rey sentándose en el trono más grande y luego miró el asiento negro— este es el trono de la que pronto será mi esposa.

— La más afortunada y hermosa mujer, la que será madre de sus hijos— dijo Alair, yo le dirigí una mirada de odio, era uno de los lame botas del reino.

— ¿madre de sus hijos? — pregunté con sarcasmo mirando al rey, recordé lo que Cristian me había contado, de su esterilidad y que querían a mi vecino para que le diera un heredero, él borró la sonrisa de su rostro— entiendo, sus hijos— agregue poniendo énfasis en mi sarcasmo.

— Sin más preámbulos— dijo sin apartar la vista de mí, parecía querer matarme con la mirada, pude notar como una pequeña sonrisa torcida se formó— quiero que la conozcas.

— majestad, quisiera saber, sin fines de ofender ¿por qué debo yo conocer a la que será la reina? ¿Por qué soy tan importante como para ver a la realeza? Sólo soy la hija de dos humanos desconocidos en estas tierras— dije, mis piernas me temblaban pero no detuve a mi lengua.

HIJOS DEL FUEGOWhere stories live. Discover now