Tiene las manos encadenadas a la espalda, los pies atados con cuerina y los ojos vendados. En su cuello hay una correa: reglas para entrar.
El anfitrión avanza hasta ella mientras los observo desde el otro lado del vidrio, fumando un habano.
No sé si es producto del alcohol o qué, pero en este momento me siento especialmente un hijo de puta.
Una media sonrisa cargada de malicia asoma en mi rostro cuando ella intenta mirar en dirección donde se encuentra el anfitrión. Este permanece con el rostro tapado por un pasamontañas y un bozal. Tiene el torso desnudo, jeans rotos y una cadena enorme en sus manos.
Los labios rojos de Amber se separan y marcan un gesto de agrado y placer al escuchar el ruido de la cadena.
—Empieza ahora—digo, acercándome al micrófono. Tengo el contrato de consentimiento de Amber frente a mí—. Recuerda que en el momento que quieras detener esto, podrás hacerlo y Dog, el anfitrión, estará obligado a parar. ¿Entendido?
—Que empiece de una vez—implora ella.
Arquea su espalda y sus pezones rosados se alzan.
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NATALIE
Avanzo apaciguando mis pasos y quito el seguro al arma.
Me asomo hasta la puerta y diviso las mesadas, algunos papeles, pipetas y una carpeta.
—Qué...carajos...—farfullo. Sigo caminando y empujo la puerta. Para encontrarme con una voz, que de algún lado me nombra:
—¿Nat?
La reconozco antes de hacerme la idea de disparar.
Es Sophia.
Se aparece desde el otro de la mesada.
—¡Demonios, So!
Vuelvo a ponerle el seguro y corro hasta mi amiga para recibirla en un fugaz y entusiasta abrazo.
—¡Amiga, qué bueno volver a verte! ¿Qué te ha sucedido? ¿Por qué ese...cambio de aspecto?
—¿Qué haces aquí tú?
Me aparto de ella y observo lo que hay esparcido. ¿Qué demonios estuvo haciendo en este lugar a esta hora?
—Vine a correr a Serge. Se quedó trabajando hasta tarde, quería pasarse toda la noche, pero tuve que inventarme que llamaron de su casa por un accidente. Me matará cuando se entere que no es así, aunque no creo que tarde en regresar.
Acuerdo con ella.
Mi móvil vibra y lo saco.
Es Samurai.
Dice la verdad. APRESÚRATE QUE NO TARDARÁN EN RECIBIR COMPAÑÍA
—Bien—le digo a So, guardándome el celular nuevamente—, ayúdame buscando una carpeta de Nick. Necesito que la encuentres pronto, dice algo de "CUERPOS" en su título.
—¿Está robando cadáveres?—me pregunta.
—No aún. ¡Vamos!
Y me dirijo al crioconservador mientras ella se ocupa en lo suyo.
—Por cierto—añade—, te queda bien el cambio de apariencia, aunque no parece que fueras tú—señala.
—Es que no soy yo precisamente. No en este instante.
La combinación entra. La puerta cede y se abre.
Para encontrarme absolutamente nada aquí dentro.
—¡NO PUEDE SER!—suelto.
So se dirige hasta mí con la carpeta.
—¿Qué sucede?—me pregunta.
—¿Sabes si el idiota de Serge sacó lo que había aquí?
—No, ¿por qué lo dices?
Quito la carpeta de sus manos. Hay algo aquí que no estoy terminando de entender. ¿Habrá ayudado Serge a Nick? Se odian a morir, no pueden estar trabajando juntos, definitivamente es una idea incompatible.
—¿Puedes decirme cómo se supone que asaltar en el hospital fuese a colaborar con que el idiota de Jefferson no rapte y prostituya mujeres inocentes?—me pregunta Sophia, cuando encuentro nuevo material en la carpeta.
—No las está raptando...precisamente. Hay material distinto.
Son expedientes.
Información de mujeres jóvenes, muchas de ellas extranjeras, de raza negra. ¿Por qué...?
Úteros jóvenes, cuerpos fuertes, los embriones no están.
