047 | #LaRedenciónDelJefe

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NATALIE


La llegada de la camarera irrumpe en la declaración de Nick, a la espera de una respuesta de mi parte.
Una vez que volvemos a quedar a solas y nos retira la carta, las manos de Nick ya no están cerradas sobre las mías. Intento dar una respuesta, pero las palabras ya no tienen su lugar entre nosotros.
Quiero hacerlo, en verdad que llevo tiempo con interés de confesarle todo lo que siento por él, aunque entregarme a mis sentimientos se evidencia un riesgo al que temo horriblemente. Él está aquí, en silencio, molesto por mi falta de respuesta. No lo evidencia, pero sé que es así a partir de su actitud repentinamente distante.
No entiendo por qué se espera una respuesta a una declaración, si ni siquiera es una pregunta.
Una vez que salimos, andamos en silencio durante unos cuarenta minutos. Intento generar algo de conversación, sin embargo, ha regresado el Nick Jefferson serio y que no corre la vista del frente.
Acercándonos a la bahía, se observan los puestos de alquiler de lanchas. Optamos por una de ellas, hasta que Nick detiene el auto. Y, antes de bajarse, lo sujeto con una de mis manos.
Esta vez me atrevo a hacerlo yo.
Porque a veces, es importante ser una quien corra los riesgos.
Él se detiene a mitad de camino. Ya ha abierto la puerta y una de sus piernas está afuera cuando se vuelve y sus ojos atormentados se fijan en los míos.
—Nick—murmuro—, conoces todo acerca de mí y yo poco sé de ti. No puedo amar a quien no se deja conocer.
Él guarda silencio y agacha la mirada. Tuerce el gesto y contesta antes de salir:
—No debes saberlo todo para ser feliz.
Y se retira.


Resulta que no reunimos con los requisitos necesarios cuando intentamos alquilar una lancha. Vienen con geolocalizadores para saber dónde uno se dirige y resulta que el punto al cual nosotros queremos ir queda demasiado lejos de sus perspectivas. Más aún cuando se supone que ahí no hay nada que valga la pena conocer.
—¿Saben cuál es el punto pero no tienen idea qué se supone que haya ahí?—nos pregunta uno de los empleados o dueños de una tienda llamada “La tienda de Marvin”.
—Sólo queremos alquilar una jodida lancha e irnos. La devolveremos—Nick va perdiendo los estribos.
—Cálmate, por favor—le pido y me dirijo nuevamente al señor—. Sólo será unas horas. Le pagaremos todo lo que sea necesario con tal de que nos la ceda por estos momentos.
Él frunce el entrecejo y nos da un precio.
Nick saca una tarjeta y se la pasa.
—Bien—accede por fin. Todo tiene su precio, es obvio—. Pero serán acompañados de mi sobrino.
Cuando nos quedamos a solas con Nick, me incorporo hacia él y le exijo que por favor se quede tranquilo.
—¿Puedes por favor mantener la cordura?
—¿Y tú puedes por favor aceptarme tal como soy?
Su respuesta me toma por sorpresa. En verdad está abriendo su corazón a mí lo cual me genera horror. Aún más por lo que no se anima a decir que por lo que ya sé. Por ejemplo, que aún me quedaron varios pisos de su casa por conocer.
Y Little.
O Dirty.
—Para poder aceptarte, debo saber quién eres—le contesto y busco nuevamente su mano. Él me da un suave apretón al estilo “te quiero, pero también te odio por hacerme esto” y se aparta.
El sujeto llega con un muchacho de unos veinticinco años que viste bermuda playera, camiseta y riñonera.
—Él los acompañará y se encargará de que la lancha vuelva en condiciones—decreta—, si es que la devolución se hará hoy. Por cierto, si se trata de ir a comprar y vender drogas, hará la denuncia que sea correspondiente.
—Bien—Nick se aparta de mí y se dirige a la caja para pasarle su tarjeta.
No te apartes de mí…te lo ruego. La soledad es aún más cruel cuando te invade, estando en compañía de otros.


Aquí vamos.
Estoy lista para desentrañar todas las mentiras.
Saber quién es Nick no es tarea sencilla. ¿En verdad él piensa que vamos en dirección a encontrar al Hacker? Al tipo que destruyó su carrera médica y casi lo lleva a la quiebra definitiva.
En verdad, soy quien lo está conduciendo a su propio centro de operaciones clandestinas.
El asunto de qué manera podremos deshacernos de este chico. “Si, espéranos en la orilla, por favor, no sabemos qué hace esta isla acá”, en el mejor de los casos que encontremos algo.
Pero una parte en mí opta por la idea de que no haya nada, de que todo haya sido un error y podamos regresar a continuar nuestras vidas con normalidad, con los dramas que tiene la gente normal.
Aquí estamos, metiéndonos al mar en un transporte extraño mientras el GPS en mi Tablet marca que nos estamos acercando al punto del peligro.
Nick está sentado a orillas de la lancha. El viento impacta en su espalda y en su cabello. Sus ojos azules están clavados en el horizonte.
—¿Y qué se supone que hay en ese sitio? —nos pregunta el muchacho de quien supongo que debe ser Marvin.
El chico tiene sombrero de pescador y viste como una persona que acostumbra a vivir en la bahía, con bermudas playeras y musculosa holgada. Su riñonera sigue colgando a un costado de su cintura.
—Solo queremos sacarnos cierta duda—le contesto, tratando de parecer cortante pero no descortés.
—¿En verdad no van a ir a comprar drogas?
—No, nada de eso. Sólo iremos a ver si hay algo más que agua ahí.
—¿Algo como qué?
—Algo como que cierres la boca y hagas tu trabajo.
Nick es quien ha osado responderle de esa manera.
El tipo se vuelve y lo mira con odio.
—¿Disculpa?—se arrima a él.
—Hemos tenido un día agotador—me apresuro en colocarme en el medio de ambos. Nick ya se está encaramando para darle pelea.
El muchacho parece no querer quedarse atrás.
—Repite lo que dijiste—insiste el chico.
—Nat, hazte a un lado—me obliga Nick. ¡¿Qué carajos está sucediendo?! ¡¿Por qué tiene que ser siempre de esta manera?!
—¡No, Nick! ¡Ya basta! ¡Deja de darme órdenes!—le suelto, volviéndome a él.
—Sólo no lo hagas más difícil y hazte a un lado—insiste él.
—Sí, hazte a un lado—insiste el chico.
Y me vuelvo a él.
De su riñonera saca un revólver.
Quedo estupefacta al verlo, la sangre huye repentinamente de mi rostro y a todo lo que tiendo hacer es proteger a Nick.
—Por qué carajos quieren ir ahí—insiste el chico. Sacude el revólver en gesto amenazante mientras habla—. ¿Se piensan que no sabemos qué están buscando? Hace rato que su jueguito dejó de tener efecto. Esto es mucho más grande de lo que se imaginan. Y no la van a joder.
—De qué…hablas—murmuro, captando cuál es su función en esto.
—Hablo de que tú debes hacerte a un lado—me dice a mí y luego se dirige a Nick. Mi mano vuelve a buscar la suya y la aferro con fuerza. Me aferro a él como si fuese lo único que me importa en el mundo—. Y tú, debes irte.
Andar caminando en penumbras sobre una cuerda floja, advierte que en cualquier momento caerás o la cuerda se cortará.
De pronto, todo sucede demasiado rápido…
Nick me empuja hacia un costado de la lancha e intenta abalanzarse sobre el muchacho, sujetando su muñeca levantando el cañón del revólver.
Pero mis ojos cubiertos de una capa de horror y lágrimas no me permiten observar bien lo que sucede a continuación.
Sólo soy capaz de escuchar el ruido de un disparo al aire.
Otro impacta y arroja un chorro de sangre sobre la lancha.
Retrocedo con el corazón en un puño.
Y el cuerpo de Nick cae al agua.


                                * * *


Hay un niño jugando en el asiento de acompañante de su madre. Su mejor amiga está detrás. Vienen peleando, gritando, queriendo ganar una partida de soldados.
Su madre le pide que por favor se mantengan quietos y en sus lugares.
Ellos siguen gritando.
La niña no le tiene respeto y la insulta.
La madre conduce y se vuelve a mirarla.
Discuten.
El niño se enoja con su madre por detener el auto en medio de la calle y obligar a la niña a bajar.
Su amiga no quiere.
Empiezan los gritos.
Nuevamente.
Insultos.
Su madre pierde la razón una vez más más.
El niño le pega.
Le pega a su madre por primera, última y única vez.
De inmediato lo invaden punzadas de culpa y de dolor.
La expresión en el rostro de ella fue la última vez que la pudo observar… fue el dolor de que su hijo le haya respondido de esa manera.
Luego unos faros iluminan su rostro desde el costado.
El camión hace sonar fuerte la bocina.
Su madre no puede quitar el rostro dolido mientras observa al niño.

El impacto fue breve.
El dolor para siempre

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#LasMentirasDelJefe

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HOY SABADO 8 SERÁ LA FIRMA EN MADRID. LES PIDO SI CONOCEN GENTE DE AQUI ONTIENEN PENSADO VENIR ES SUMAMENTE IMPORTANTE QUE VENGAN
En verdad es mucha la oresión e importancia de que ouedan asistir y acompañarme. De esto puede que dependan el resto de mis ferias.

17hs en caseta 196. Stand Sonrisas de Papel. Parque Retiro.

Los espero!!! A cambio les estoy regalando este capi (? 🙊🙈🙈🙈 les amo!!!!

Más info en instagram.com/luisavilaok

Besos,
L.

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