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NATALIE
Nick conduce hacia la bahía.
Estar con él me deja sola.
En la radio suenan canciones tristes que intentan cubrir el surco de silencio que se alza entre los dos.
Miro la carretera y me encuentro el paisaje que pasa a una velocidad vertiginosa desde el otro lado de la ventanilla, mientras el sol matutino se observa brillar a través del polarizado del auto.
¿A cuánto he renunciado por estar con él? ¿Por qué me esforcé tanto por no volver a estar a su lado y ahora...aquí estamos?
Anoche, la cercanía encontró su brecha más comprometida. Fue cuidadoso, preocupado, se interesó en saber que yo estaba bien, que el dolor físico no era tan grande como el vacío en mi pecho. Lo que él no sabía, es que luego dolería más que nunca.
Estoy con él, pero no lo encuentro. Quisiera que fuese capaz de darme todo lo que yo necesito. Un hombre tan inmenso, con las cualidades que admiran el montón de chicas que andan tras él...
Pero soy yo quien conoce sus secretos.
Un cuerpo de hierro, poderoso, con la capacidad de comprar hasta lo que no encuentra un precio, de sentimientos fríos como el acero.
¿Por qué tiene que estar tan lejos, teniéndolo tan cerca?
A su lado, mi parte más viva y cálida se ve reducida a un pequeño incendio que no sabe hacia dónde huir para no extinguirse.
Sé que es insensato pensarlo, pero no puedo evitar que se cruce por mi cabeza la pregunta de qué carajos se necesita para ser lo suficiente para él. ¡Me duele y no lo entiende! Estar cerca de él me mata, ¿por qué lo necesito tanto?
En un momento intento deslizar mi mirada hacia un costado para poder apreciar su rostro al menos un segundo, su belleza singular, sus rasgos incómodamente b ellos...
Es inútil; Nick mantiene la vista fija al frente, guarda un silencio tajante, no dice una sola palabra acerca de lo que ocurrió anoche.
Para él fue sexo, para mí fue amor.
Quería decirle que lo amo, pero él se dio la vuelta y durmió.
Nunca me sentí tan sola.
Creía que embeberme de su persona era lo que necesitaba, siendo la indiferencia el elemento que casi me mata.
Esa noche me levanté e intenté ahondar en sus sentimientos. Fue una mierda.
Apenas salí de la cama, quise saber de sus secretos, en lo que sus palabras no quieren darme a saber. Sacar mis propias conclusiones fue necesario para que esa sospecha, esa angustia, provoque que carne se siga abriendo y me empujase en el pozo profundo de mis sentimientos, dejándome devastada.
Estuve horas pensando hasta que amaneció. Mirando la ventana, viéndolo dormir, metida en mis pensamientos, sacando conclusiones.
Es lo que siento.
A veces, en verdad creo que debería apagarse esa pequeña llama que permanece encendida en mi interior. Quizás así sólo deba sufrir una vez más y para siempre.
