060 | #BIENVENIDA

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NATALIE

Al menos ahora tengo dinero que me será útil una vez que pueda huir de este sitio. Porque no pienso permanecer mucho más aquí una vez que haya conseguido volarle la tapa de los sesos a estos dos.

O solo a Kaneki. Conservo la esperanza de que Magda pueda estar de mi lado, aun cuando acaba de amenazar de muerte a mi amiga.

—El dinero es tuyo—afirma Kaneki con una extensa sonrisa en el rostro tras asentar mi firma.

Él retira la hoja rápidamente, sin darme tiempo a pensar qué tan bien o mal estuve al hacerlo. Creo que mi mano actuó con fuerza propia al pensar quiénes estaban en riesgo.

 Creo que mi mano actuó con fuerza propia al pensar quiénes estaban en riesgo

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Está uno al lado del otro. Los puedo elegir como si fuese el momento de sentenciar quién cometió un crimen.

No entiendo cómo pueden haber estudiado tan bien la variedad de mis gustos.

Los hombres delante de mí me observan de manera provocativa mientras caminamos alrededor en compañía de Kaneki y de Magda.

—Tienes que elegir a uno—me dice él al oído. Y con un dedo sobre mi mentón desde mi costado, me gira para observar a un chico de cabello rapado, musculoso, tendrá unos treinta años y me observa como si desease devorarme ahora.

En cuanto mis ojos se fijan en los suyos, quedo un poco helada o el fuego en mi interior consume tanto que logra paralizarme. Él esboza una media sonrisa cargada de malicia y deseo en su punto de ebullición. Los músculos de su mandíbula se marcan casi tan bien como los de su cuello o sus hombros. Lleva puesta una musculosa negra, aunque de tela porosa, que deja transparentar la perfecta división de sus pectorales y sus abdominales. Se observan algunos lunares en su pecho que me dan cierta curiosidad. No lleva pantalones sino calzoncillos negros apretados por su bulto y su trasero redondo y levantado.

—Vamos, sé que te gustan. Los elegí especialmente—lo miro de refilón—. Conozco tus gustos, tanto tiempo investigándote trae sus ventajas.

—No obligaré a nadie a tener sexo conmigo—le digo—. Además, ¡no quiero...hacerlo con cualquiera!—me encuentro con él cara a cara, consiguiendo así quitar mi mirada del punto en que me cruzo con el infierno de carne.

—Nadie aquí está obligado. Ninguno de ellos.

—Vamos, linda. Detén tu cabeza un momento y déjate llevar por tu instinto—me propone Magda. Trae un antifaz en sus manos y me lo coloca en los ojos, impregnando de oscuridad rojiza esta extraña habitación del hotel. Que no tiene muebles sino un montón de hombres enormes y aparentemente deliciosos.

Dentro de la espesa noche que acaece sobre mí, Magda me empuja hasta acercarme a uno de los chicos. No lo veo, pero siento su proximidad. Ella toma mi mano derecha y la suavidad de unos abdominales esculpidos acaricia mi piel y me envuelve una catarata de sensaciones.

Permito colocar toda mi mano en él y percibo la manera en que los músculos de su abdomen se dividen y llego hasta su ombligo. Es intimidante, temeroso y con una cuota adictiva que me envuelve completamente.

+18 Las Mentiras del JefeWhere stories live. Discover now