044 | #TusOjos

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NICK

¿Qué demonios estás haciendo conmigo?

Intento no necesitarte, no desearte como te deseo, no permitir que te apoderes de mí como lo haces.

Es maravilloso saber que...

...que me estoy enamorando de ti.

Aunque eso no garantiza que deje de hacerte daño.




NATALIE

Siete años tenía cuando decidimos celebrar Navidad en compañía de las personas sintecho unidas en un refugio en las afueras de Yorkshire.

Papá estaba desesperado. Quería una fiesta diferente, pero esta era la más crítica de todas. La ayuda social era insuficiente, cada vez más.

Navidad no llega con árboles lindos, luces tintineantes y regalos materiales para todo el mundo.

Tampoco importa qué tan bien o mal te portes, a Santa Claus no le interesan las niñas como mi hermana y yo.

Para las personas como nosotras, demasiado pronto llega la noticia de que algunos seres mágicos que dan regalos a los chicos no existen más que en la ilusión.

Las personas como nosotras, andamos por los shoppings para encontrar un lugar caliente en estas fechas, disfrutar de las luces y el entorno festivo, pero tragándonos una bronca enorme para saber que todas las vidrieras están hechas para mostrarnos lo que no podemos tener.

Los niños pasan contentos con sus bolsas de papel llenas, con sus cajas, con los carritos abarrotados de regalos, de la mano de sus padres.

No es justo en absoluto...

A papá le gustaba invitarnos a un juego navideño. Hacer de cuenta que teníamos una profesión super importante con una cantidad enorme de dinero para poder hacer lo que queramos. Elegíamos las vidrieras más bonitas, las poníamos en orden y votábamos por la mejor. Él nos daba un monto de dinero al estilo "¡hagan de cuenta que tenemos un millón de libras esterlinas y podremos comprar lo que hay en las vidrieras más bonitas! Yo soy primer ministro, ustedes las dueñas de Coca Cola". Mi hermana optaba por vestidos y juguetes, a mí me gustaban más los renos y los duendes de ornamento.

Pero a medida que creces, la imaginación va cediendo a la realidad, vas perdiendo las capas que te permiten protegerte de la crueldad del mundo y vas quedando más y más expuesto a las grandes desilusiones.

Así es que, esa navidad, ya no tenía el mismo sentido elegir vidrieras si el hambre era un agujero salvaje en el estómago que signaba un dolor profundo y ganas intensas de llora. El frío te atraviesa los huesos cuando empieza a anochecer y el centro comercial cierra sus puertas. No hay abrigo que sea suficiente porque...no hay abrigo.

Esa fecha fue la peor, tenía más frío que nunca, fue un invierno realmente crudo, el invierno es otro idiota que no tiene en cuenta a los niños que duelen, que sangran, que andan desahuciados, enfermos.

Navidad también es una fecha en que mamá nos ponía a orarle al Niño Dios para que nuestros deseos se hagan realidad. Yo llevaba tres navidades al menos pidiendo lo mismo y el Niño Dios se nos reía en la cara. Es realmente difícil para una persona de tan corta edad enojarse con un ser superior y pensar que todo está perdido y no existe esperanza a la que aferrarse, resignarse a que toda la vida verás a esos niños blancos, de padres blancos, con rostros contentos, con abrigos afelpados y sus grandes cajas con regalos.

No sé si Dios existe.

Pero aquella Navidad, durante unos diez segundos, sólo unos diez segundos, sentí que Dios existió.

+18 Las Mentiras del JefeDove le storie prendono vita. Scoprilo ora