014 | #DESATADA

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NATALIE

Rodeo el espacio donde está la bailarina nudista e intento abalanzarme para asesinar a quien parece ser mi doble.

—¿Qué sucede, cielo?—pregunta, con mi rostro y la voz de mi madre—. ¿Te sientes enferma?

—Tú eres el enfermo, hijo de puta, ¡qué le hiciste a mi mamá!

La sujeto por el cuello del saco y la sacudo, obteniendo una sonrisa de su boca pintada de negro.

—Le di una visita, creo que está agradecida del regalo que le he dejado.

—¿Regalo?—la ira circula en mi interior como un río cargando montones de ira Juro que voy a a...

—Me haces daño, Nat.

Sus palabras no logran más que movilizarme a querer ahorcarla.

—No le hagas daño a tu madre—insiste.

Hasta que capto a qué se refiere.

No puedo hacerle daño o se lo hará a mi madre.

—¿Qué quieres?—insisto, aflojando la presión sobre su saco.

—Castigarte, por estúpida. No conseguiste lo que te pedí.

Su tono pierde cualquier nota de amor que lleva la voz real de mi madre. Prefiero que me hable así para obtener el costado verdadero del loco que me tiene aquí.

—Fui al hospital. Puse toda mi vida en riesgo—le recuerdo—, y me jodieron los planes.

—Porque no fuiste lo suficientemente rápida. ¿Con cuánto tiempo crees que dispongo?

—No me importa. Dime qué fue lo que dejaste a mi madre o no dispondré de ningún nuevo trato contigo.

—No estás en condiciones de negociar tú conmigo, pero como me divierte la idea de que lo sepas, te contaré: un oso de peluche. Del tamaño de su delgado estómago.

¿Qué? ¿Y por qué haría eso?

Tantas ideas cruzan por mi cabeza de pronto, hay tantas cosas que se pueden meter en el vientre afelpado de un oso de peluche.

—¿Metiste una cámara ahí dentro?—le pregunto.

—¡No!—asimila—. Aún mejor. Ese oso está cargado de explosivos. Si vuelves a fallar, tu mami volará en pedazos y me importa un cuerno la seguridad que tenga alrededor. Ahora dime, ¿cómo me devolverás lo que te pedí? Necesitamos las pruebas suficientes para tirar abajo sus negocios perversos.

La referencia a los explosivos me deja absorta como si uno acabase de explotar en mi cabeza.

No puedo hacer mal las cosas.

No puedo permitirme un solo error más.

Y depender de condiciones externas para poder llevar a cabo mis tareas, no son la garantía que necesito de tener éxito en el objetivo por el cual decidí aliarme a este loco.

"Little". La compañía donde los embriones crioconservados del Proyecto CUERPOS van a parar a mujeres que supuestamente prestan el vientre para dar a luz a seres que serán comercializados de todas las maneras imaginables posibles.

—¿Por qué haces esto?—le pregunto—. Esa locura es casi tan grande como tener a una chica metida en una casa en medio de la nada para que trabaje para ti. Y amenazar a un tipo de seguridad con sus hijos. ¡No tengo garantías de que estaré haciendo lo correcto!

—¿Qué garantías quieres? El lugar es hipotético. Está fuera de cualquier sistema de información.

—¿Y cómo fue que lo localizaste?

—Acceso a conversaciones encriptadas. ¿Te olvidas que si algo conecta tu vida con la mía es que ambos tenemos alma de justicieros? A ambos nos jodieron la vida, sólo nos queda impedir que se lo hagan a otros. Y si en el camino nos quedamos con el dinero que se han cargado ilegalmente, mejor.

—¿Qué hay de legal en lo que hacemos nosotros que nos hace merecedores de ese dinero?

Acto seguido la chica bailarina rodea mi cuello con sus manos delgadas y me aparto de golpe. Ella reacciona de manera automática, casi robótica, lo cual me hace preguntarme si en verdad puede haber alguien ahí jugando en la misma pista para nosotros.

Natalie Segunda avanza cuando me aparto de la bailarina.

—¡¿Qué carajos pasa contigo?! ¿No entiendes que debes dejarnos hablar?—le dice.

La chica automáticamente se pone de rodillas y El Virus le rodea el cuello con mis propias manos. Las cierra con fuerza hasta que salen jadeos que imploran piedad de su garganta.

—Hey—le digo—, déjala. No está haciendo nada. La programaste para que...bailara. Supongo. ¡Deja de hacerle daño!

Me observa con sus ojos inyectados en sangre sin dejar de presionarle el cuello.

Hasta que escucho un crujido y cae el cuerpo de costado.

Le ha roto el cuello.

—¿E...era un bot? ¿Verdad?—le pregunto, confundida.

—¿Tienes miedo de que no lo sea?—me pregunta.

Trago saliva.

Ella avanza hasta mí.

¿Existe la posibilidad de que se haya tratado de una persona a quien El Virus le haya obligado participar en nuestro escenario de Play Station?

—Es cierto que todos ellos son unos enfermos que le jodieron y le joden la vida a muchísima gente, pero nosotras no podemos permitirnos ser más débiles. Si ellos son perros, nosotras seremos más perras aún. Así que, ¿estás conmigo o no?

Lamento admitirlo pero si he de creer en lo que me dice, tengo que darle la razón.

Y proponerle condiciones para poder seguir trabajando.

Una parte de mí sigue sin poder terminar de cuadrar la coordenadas necesarias para saber que en efecto "Little" existe. ¡Ojalá que no! ¡Ojalá que no sea así!

—Quiero ir—le digo, decidida—. Quiero conocer el lugar donde hipotéticamente funciona Little. Tomaré en persona las pruebas de que ese sitio existe y delimitaremos la estrategia de salvar a quienes están ahí dentro.

Natalie Segunda pestañea y sonríe.

—Es mucho mejor de lo que esperaba escuchar—admite y se muerde el labio pintado—. Y mucho más peligroso.

—Yo hago eso y tú me garantizas la seguridad de mi madre. Es mi última opción.

Si no arriesgo, nada podrá darme la certeza o cercana suposición de que mamá estará bien. Si fallo, estoy segura de que no le temblará el pulso en hacerle daño a cualquier persona que tenga significado para mí.

—Me divierte la idea. Pero tendrás que ayudarme a localizar el lugar con exactitud.

Sus palabras son la oportunidad exacta que necesito...

—Tendrás que devolverme mis dispositivos electrónicos—admito.

—Y cederte documentos fundamentales. ¿Cómo sé qué vas a entregárselo a tu amorcito Jefferson e intentarás emitir tus desesperados pedidos de auxilio?

—Porque de ti depende lo más importante que tengo en mi vida. Ahora acabo de proponerte el plan más desquiciado y efectivo que en tu puta vida tendrás, así que, quien debe decidir eres tú. Si no me sumerjo en la Deep Web para conseguir los archivos, estaré jodida. Tú podrás rastrear mis movimientos. Después de todo, eres Samurai. Mi amigo, el hacker.

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+18 Las Mentiras del JefeWhere stories live. Discover now