Cuatro

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Me levanto perezosamente de mi preciosa cama y enseguida la hago hasta que queda perfecta. Me voy a la ducha de mi cuarto de baño y salgo con algo cómodo para ayudar a mamá a hacer la compra como cada mañana. Bajo por las escaleras al trote y voy por el pasillo hacia la cocina parando delante del espejo del pasillo para asegurarme de que tengo el pelo bien peinado.

Obsesa del control activada.

Se podría decir que mi pelo es liso, pero no lo es. Es tan gordo y abundante que si no le paso bien el peine y la plancha no hay manera de que quede bien. Me coloco bien el flequillo hacia la derecha echo la melena hacia atrás y ya esta en su sitio.

Entro en la cocina y me encuentro a mi adorable madre con sus gafas de leer sobre si nariz, un papel y un boli donde anota lo que quiere comprar.

—Hola mamá —saludo dándole un beso en la mejilla como a ella tanto le gusta.

—Hola cariño —me sonríe de vuelta y vuelve a revisar la lista.

Me inclino a su lado apoyando la mano en el respaldo de la silla blanca y observo lo que planea para comer hoy.

—Yo quería macarrones con tomate y atún.

Hago pucheros mientras me acerco a la alacena y saco uno de mis zumitos, al que le clavo la pajilla y sorbo despacio.

—Sabes que a tu padre le encanta la coliflor.

Pongo los ojos en blanco ante la manía de mi padre de comer cientos y cientos de verduras hervidas. Odio las verduras con toda mi alma.

—Pero a mi no me gustan.

Rebusco en la alacena hasta encontrar mis galletas pero de tanto hablar de verduras se me ha quitado el hambre. Las devuelvo a su sitio y me siento en la encimera de granito negra y sigo con mi zumo.

Observo a mi madre repasar la lista antes de rebuscar en su enorme bolso lleno en exceso y comprobar que lo tiene todo. Se quita las gafas y las guarda dentro antes de mirarme.

—Te haré los macarrones pero tendrás que aguantar tu a tu padre.

—Hecho.

Me levanto de un salto y tiro el cartón vacío a la basura antes de seguir a mi madre hacia el coche.

A pesar de que me gusta conducir ya que me siento libre y a gusto prefiero mil veces ir de acompañante y observar el paisaje, las casas, la gente y todo lo que nos rodea. Mi mente imaginando cosas sobre cada cosa y detalle que veo. A veces pienso que estoy loca, luego veo quien es mi familia y se me pasa.

Al llegar al super camino detrás de mi madre empujando el carrito siguiéndola y esperando impaciente cada vez que se para demasiado tratando de decidir. Lo peor es cuando se para a hablar con sus amigas. Yo me canso de estar de pie escuchando cotilleos o lo peor, cuando hablan de mi y de las tontería que hago, es una vergüenza impresionante.

—¿Cómo ha ido tu entrevista de ayer? —pregunta mi madre en cuento dejamos atrás a su amiga.

Mierda. Había olvidado decirle que ayer no hubo entrevista. Volví tan tarde de casa de Derek que directamente me fui a la cama en cuanto llegué.

Me relamo los labios que se me quedaron resecos e intento quitar la tensión que se ha formado en mis hombros y trato de mantener la calma. No puedo decirle que es culpa mía que no haya habido entrevista y tampoco puedo mentir.

—Me la cambiaron para hoy —digo como si tal cosa encogiéndome de hombros mirando hacia otro lado.

Técnicamente no es una mentira, es solo la verdad omitiendo algunos datos. El echo de haberle tirado el café encima a mister petulante no es una buena idea contárselo a mi madre.

Llama del deseo ✔️ [Llamas #1]Where stories live. Discover now