Veinticuatro

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Duele. Duele. Duele. Duele. Duele. Duele. Duele. Duele. Duele.

Es lo único en lo que he pensado durante toda la semana. Otra larga, infinita, interminable, dura y desesperante semana que llevo metida en el piso de Derek.

No tenía ánimos de ir a la empresa y ver al innombrable adonis perfecto y egocéntrico.

Me tiré toda la semana en el sofá comiendo helado, palomitas, chucherías, bebiendo cerveza y viendo películas y series sin parar. Todo el tiempo haciendo algo menos pensar. Gracias a Hannah y Derek que me distraían para evitar que sintiera mas dolor.

Ya he experimentado el máximo dolor. Creo que ni sería capaz de sentir algo peor.

—¿De que os apetece la pizza? —pregunta Derek cogiendo el móvil.

—Pepperoni y otra de cuatro quesos —grita Hannah.

—¿Loren? —me llama Derek.

No respondo. A penas he hablado en todos estos días. Solo he asentido, negado, encogido de hombros o echo algún sonido para que sepan que estoy viva.

Solo he comido y llorado cuando estaba sola. Creo que de tanto llorar me he quedado sin voz. Me duele la garganta y no tengo ganas de decir nada bueno. Solo veo todo negro y lo poco que sería capaz de decir serían cosas crueles, tristes y malas.

—Loren, mi amor —dice Derek de forma dulce sentándose a mi lado.

Estoy acurrucada en el sofá con la cabeza apoyada en el cojín que abrazo con fuerza.

Derek acaricia mi pelo sucio y revuelto mal recogido en una coleta pero ni con esas reacciono.

—Loren háblame, por favor —insiste en voz baja besando mi cabeza.

Me levanto con todo el pesar del mundo y me acurruco contra Derek. Su brazo me rodea los hombros y escondo mis lágrimas en su camiseta.

—Shh... Estoy aquí —susurra cuando oye el primer sollozo seguido de varios sonoros y fuertes—. Estoy aquí ahora y siempre.

Me pasé el resto del día comiendo pizza y viendo la tele.

Hannah y Derek se iban de vez en cuando a trabajar y cuando me quedaba sola lloraba hasta quedarme dormida. Y así día tras día hasta que se hizo el domingo.

Realmente patético. Me siento muy patética por ponerme así. Pero como estar sino después de que la persona de la que me he enamorado profundamente después de años sin atreverme a fijarme en un chico me haya roto el corazón así. Me siento débil. Algo que me prometí hace muchos años no volver a ser. No soy una persona débil no puedo serlo nunca más. No dejaré que ningún hombre me vuelva a pisotear. Wyatt me hizo mucho daño y Ethan no será otro mas en la lista.

El lunes por la mañana ya duchada, bien vestida con mi vestido granate mi americana y mis tacones y con mucho maquillaje haciendo milagros con mis ojeras y mi piel pálida. Salgo del ascensor con la confianza por las nubes y como siempre lo primero que veo es a Grace y a la otra secretaría.

—Señorita Parks —dice Grace sorprendida con una sonrisa—. Cuanto me alegro de verla.

—Gracias Grace —formo una pequeña sonrisa en mis labios—. No te acostumbres a verme de nuevo.

—¿Que quieres decir? —pregunta frunciendo el ceño.

—Tengo que hablar con Ethan, Grace —me excuso caminando hacia el despacho del jefe o mejor dicho exjefe.

Con los modales en la basura me adentro de golpe en el despacho y ojalá no lo hubiera echo.

Siento como si me estuvieron estrujando el corazón al ver la escena ante mis ojos. La barbie defectuosa esta sentada sobre Ethan pero el no parece muy contento. Lo único bueno de esto es ver la cara de fastidio de la barbie por entrar así.

Llama del deseo ✔️ [Llamas #1]Where stories live. Discover now