Diecisiete

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Me levanto temprano como cada mañana en cuanto oigo el despertador. Hago mi rutina diaria: ducha, ropa, ordenar, desayuno exprés con mi madre y salir de casa.

Antes de salir dejo un mensaje en la empresa para avisar que llegaré tarde y conduzco hacia el hospital.

En la recepción las bordes y malhunoradas enfermeras me indican el piso y la puerta a la que debo ir. Subo en el ascensor manteniendo un distancia prudente de la gente, no quiero ponerme enferma. Hay un niño que esta palido y tiene tan mala cara que parece un zombie. Doy otro paso atrás antes de que la parez metálica me impada seguir alejándome.

Cada vez odio mas los ascensores. Deberían hacerlos mas grandes.

Las puertas se abren en la primera planta y evito respirar el aire cuando el niño y algunos enfermos mas salen del ascensor. Aguanto la respiración un segundo mas hasta que llegamos a la segunda planta y salgo pitando del maldito ascensor. Me meto por el pasillo de la derecha y llego hasta la sala de espera con algunas puertas azules a los lados. Hay algunas chicas con sus novios, una de ellas muy embarazada. No sé porque, sonrío pero me quedo mirando como acaricia su gran tripa, ahí dentro no puede haber uno solo, es una barriga muy grande.

Su novio se inclina y besa su estómago abultado y le susurra cosas a su bebé que hacen reír a la madre. La mano de ella acaricia el pelo de su novio/marido mientras escucha y se ríe.

Inconscientemente me llevo la mano a mi propio estómago y lo acaricio imaginando ser yo la que esta embarazada. Un bebé en mi vientre. Un hijo de Ethan. Con sus ojazos multicolor, su pelo rubio, esa cara tan atractiva con facciones perfectas y sus mismos encantos irresistibles. Sería el bebé mas perfecto del mundo.

¿Pero que coño estoy haciendo? Aparto la mano de mi vientre y dejo de sonreír como boba. ¿En que coño estaba pensando? ¿Un bebé? ¿De Ethan? ¿Pero que coño me pasa? Me he vuelto loca.

No me puedo creer que haya fantaseado con ser madre. Soy demasiado joven, tengo veinte años no puedo joder así mi vida. No quiero un alíen de esos en mi vientre y menos uno de Ethan Langford. Bueno, lo cierto es que no me molestaría que tuviera sus genes, pero que sea su padre sería un jodido dolor de cabeza.

Estoy segura de que es la clase de tío neurótico que controlaría cada paso que doy y cada cosa que haga. Leería miles de libros y me prohibiría hacer o comer lo que me plazca. Solo me de pensarlo me da jaqueca.

—Loren Parks —anuncia una mujer vestida con bata blanca interrumpiendo mis extraños pensamientos.

Me levanto tomando mi pequeño bolso y me adentro en la consulta. La enfermera revisa mi historial y yo le cuento brevemente el porque estoy aquí. Ella se ríe cuando digo que me he dejado engatusar por cierto rubio con ojazos y que sin querer fuimos descuidados, omitiendo la borrachera. No me gustaría que esta mujer pensara mal de mi.

Me hace un revisión completa y con uno de esos palitos blancos me hace una prueba de embarazo que para mi suerte sale negativo. Me receta la pastilla del día después y después las pastillas anticonceptivas, sugerencia mía claro.

Salgo con la receta del hospital y antes de ir a la empresa paso por la farmacia a comprar las pastillas.

Dejo el coche en el parking y me encamino hacia la empresa. Las chicas de recepción me saludan con una de esas sonrisas forzadas y yo trato de no fingir que voy a vomitar.

En la planta de arriba paso por delante de Grace y la otra chica que sus sonrisas no me dan asco y les saludo de vuelta.

—Espere señorita Parks —Grace corre hacia mi—, le han enviado esto —me entrega unos papeles y yo le sonrío agradecida—. Y el señor Langford a preguntado por usted, quiere verla en su despacho.

Llama del deseo ✔️ [Llamas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora