Cinco

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El karma.

A veces creo en el. Creo que las personas buenas incluso aunque seamos buenas siempre recibimos más palizas por parte de esa supuesta energía cósmica llamada karma que otras personas que han echo más mal en el mundo.

Soy una persona bastante calculadora. Pienso con la cabeza fría antes de actuar, al igual que soy realista y me ciño a lo que puedo conseguir sin hacer ningún mal ni ningún bien hacia otras personas. He echo cosas buenas por las personas a las que quiero y nunca he echo cosas malas a las personas que odio, bueno quizá algunas cosas si se consideran malas. Por eso ahora mismo siento que el karma me esta puteando simplemente por el echo de divertirse a mi costa.

Tan jodido debió de ser ese puto café que ahora mismo tengo al mismo rubio creído y gilipollas ante mis narices y que solo espero, rezo, imploro y me arrodillo para que no sea mi jefe, solo un simple empleado asignado como director de todo este edificio.

No puedo tener tan mala suerte.

—Señorita Parks le presento a Ethan Langford, directo general de esta empresa. —hace una pequeña pausa mirando al hombre a su lado—. Ethan te presento a Loren Parks.

Las palabras del señor Sanders se repiten en mi cabeza desglosándose y analizándose minuciosamente. ¿Director general de esta empresa? ¿Es posible que solo se encargue de dirigir la empresa en este edificio? ¿Puede que sea solo el director Sanders mi jefe aunque solo sea por debajo de el?

Rebobina a esas frases cerebro, hay algo que llama mi atención.

Langford.

Industrias Langford.

Mierda. Estoy perdida. No se trata solo del director de esta empresa. Él es el mismísimo dueño de esta empresa.

Como puedo ser tan ingenua y tonta. ¿Por qué sino iba a venir a presentar a una simple empleada de marketing al director? ¿Qué sentido tendría si no se trata del mismísimo jefe?

Por favor que el suelo se abra bajo mis pies y las treinta plantas me traguen de una vez.

Todo mi control, comodidad, relajación y confianza se han caído por el hueco del ascensor llevándose una enorme paliza en cada piso.

El maldito petulante y egocéntrico se posiciona al lado de Sanders y le estrecha la mano con familiaridad para luego mirarme con una sonrisa arrogante y creída, aunque creo que esa sonrisa arrogante viene de serie en su maldita y perfecta cara. 

Me ha reconocido, ya no hay escapatoria. Ya no puedo salir corriendo, ni tengo ningún café para tirárselo de nuevo encima y borrar esa enorme sonrisa que cruza toda su cara. No me queda mas que afrontar esto con madurez y seriedad. Pero eso es imposible, solo tengo ganas de echarme a lloriquear de forma infantil y patalear para que me cambien de jefe.

—Vaya, vaya —sonrió más si eso es posible dejando ver casi todos sus blancos y rectos dientes—. Es un placer conocerla oficialmente señorita Parks.

Se acerca a mi con la mano en alto para que se la estreche y yo lo intento con todas mis fuerzas estrechársela de forma firme. Intento es la palabra clave, estoy tan jodida que ahora mismo me tiembla todo y estoy mas que sorprendida a la par que inquieta.

Ahora que lo tengo mas cerca puedo verle mejor los ojos, son preciosos y únicos. Es la mezcla de azul, verde y gris, un tono único e inigualable donde un aro azul oscuro rodea el centro gris que predomina sobre el azul verdoso dándole claridad y luminosidad a su mirada. Puedo ver el mismo tono de un día nublado, uno en el que las nubles algo oscuras por la amenaza de una suave lluvia tapan el sol pero aun así puedes ver la luminosos detrás de ellas, esa clase de días en los que hace la temperatura perfecta y no necesitas ponerte gafas de sol ni un paraguas.

Llama del deseo ✔️ [Llamas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora