Veinticinco

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Increíblemente Ethan cumple su palabra. Los siguientes días no me cruzo nunca con el y todo lo que necesita del trabajo me lo pide a través de Grace o por email.

Me siento un poco dolida porque no haya intentado verme, eso demuestra que nunca le importé. Ni siquiera se porque llegué siquiera a pensar que podría sentir algo de verdad por mi.

Ethan es un egocéntrico, estúpido, imbécil y un capullo dios del maldito olimpo.

Aunque querrían los dioses de verdad tener unos ojos tan preciosos y únicos, unos abdominales tan perfectos con esa piel clara y reluciente.

Deja de pensar en él maldita sea. Estos días se me ha echo muy difícil no pensar en ese idiota. Imposible no soñar con esos ojos, con ese pelo rubio, con esos labios rosas y suaves, esas manos que tocan tan bien y lo bien que... ¡Joder!

Solo con recordar su voz diciéndome cosas ya me enciendo como una llama. No he echo otra cosa que despertarme sudada, excitada y deseosa de sentirlo de verdad, con las bragas más mojadas que nunca.

Aquel polvo en su despacho fue de despedida y comenzó a ser una tortura para mi. No puedo dejar de pensar en lo increíble e intenso que fue, nunca había disfrutado tanto follando. Fue salvaje y duro, intenso y fuerte, rápido y explosivo, el mejor sexo de mi vida, y el inicio de mi adicción a él.

Los recuerdos del día del casino se hicieron mas claros y el maravilloso momento sobre aquel lavabo jamás lo olvidaré igual que el de su despacho. Mi cuerpo lo desea con cada célula, cada gota de sangre, cada hueso, cada órgano y todas mis neuronas se juntan para formar su maravilloso rostro, y son recordatorios constantes de lo atractivo que se me ve gimiendo lleno de sudor o jadeando en mi oído diciéndome guarradas.

Necesito sacármelo de la cabeza cuanto antes o acabaré volviéndome mas loca de lo que ya estoy. A penas consigo concentrarme en el maldito trabajo por pensar en el estúpido dios que está al otro lado del pasillo. Suelto el aire de golpe y frustrada me dejo caer hacia atrás en la silla.

Cojo el móvil, le doy a llamar y me contesta al segundo tono.

—¿Qué pasa, perra? ¿Ya me echas de menos? —la voz de mi mejor amiga me hace sonreír.

—No sabes cuanto —suspiro de nuevo cerrando los ojos.

—¿Ha pasado algo?

—No, tranquila.

Se hace el silencio en la línea y ya me imagino lo que estará pensando.

—¿Has hablado con el? —pregunta por fin de forma suave.

—No, no lo he visto desde hace días —digo con fingida tranquilidad—. Y espero seguir así.

—Trabajáis en el mismo edificio, Loren —se queda unos segundos en silencio, solo oigo su respiración—. En algún momento os encontraréis y tendrás que afrontarlo con madurez.

—Madurar es de frutas nena —bromeo soltando una carcajada fuerte y sincera.

—Loren —me reprende—. No puedes caer de nuevo.

—No lo haré —afirmo pero no estoy segura de mis palabras.

—Tienes que ser fuerte.

Ahora soy yo la que se queda callada apoyando mi codo sobre la mesa con la cabeza sobre la mano tratando de organizar mis pensamientos.

—Lo intento.

Trago duro para que no se forme un nudo en mi garganta y no volver a caer en el pozo del dolor y la tristeza del que me costó mucho salir.

Llama del deseo ✔️ [Llamas #1]Where stories live. Discover now