Treinta y nueve

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No sé como lo hice pero conseguí salir del despacho de Ethan con las bragas puestas y sin marcas en alguna zona de mi cuerpo. Salí el edifico y como Ethan me había tenido secuestrada en su casa había venido con el al trabajo por lo que estaba sin coche y no me quedaba mas remedio que ir al centro comercial andando.

No me llevó mas de diez minutos llegar allí.

Me recorrí las tres plantas del lugar y revisé todas las tiendas de vestidos que había, la mayoría tenía vestidos tan minúsculos que no le cogerían ni a un bebé de dos años. Estoy segura de que si Hannah estuviera aquí estaría encantada de que me pusiera uno de esos trozos de tela que llaman vestido.

Ni si quiera en las tiendas de alta costura de los diseñadores mas caros había encontrado un vestido de mi gusto. Hasta que por fin lo vi en el escaparate de la tienda de Dior de la ultima planta. Tenía los vestidos mas bonitos que había visto nunca. Esta nueva colección era maravillosa, muy a mi estilo.

Y aunque por mi me probaría todos, mis ojos no se podían apartar de uno en particular que haría que a mi Ethan se le cayera la baba, y estoy segura que Hannah lo aprobaría sin dudarlo. Era la combinación perfecta entre lo que mi mejor amiga quería para y lo que yo quería.

La estira dependienta entro en el almacén cuando le pedí que buscara mi talla y en cuanto entré en el probador y me deslicé dentro de la suave tela me enamoré de mi propio reflejo.

Salí mas que contenta de la tienda, con mi vestido bien envuelto dentro de una bolsa y me encaminé de vuelta al piso de Ethan ya que la tarde se me había pasado volando y mi hombre controlador estaba quemando mi móvil a llamadas y mensajes para que llegara de una vez.

El camino al edifico de Ethan se me hizo muy corto y no dejaba de sonreír emocionada porque mi loco egocéntrico me viera con esa tela preciosa echa por lo mismísimos dioses.

Entre por la puerta abierta del edificio y el portero me miró algo reacio a mi presencia pero me saludó cortésmente cuando pasé por su lado directa al ascensor. Después de haberme colado aquí contra las ordenes de Ethan ahora me miraba con mala cara, y lo entendía había puesto en peligro su puesto de trabajo por mi cabezonería. Pero debía saber que nadie me impide ver a mi hombre.

Cuando las puertas se abrieron en el piso de Ethan la puerta del apartamento ya estaba abierta y el olor a comida cocinándose me recibió nada mas entrar.

—Hola nena —dijo Ethan recibiéndome desde el sofá levantándose y dejándome ver lo que guapo que está con una simple camiseta gris y unos pantalones de chándal de Nike—. Te he echado mucho de menos.

Rei cuando me abrazó por la cintura y empezó a oler mi pelo.

—Hueles a mi —gruñó en forma de queja.

—Eso será porque tuve que ducharme con tu champú —repliqué dejando el bolso y las bolsas a un lado para poder abrazarle bien.

—No me gusta —farfulló—. Quiero que huelas a ti.

—Si me dejaras ir a casa podría oler a mi.

—Yo veo una solución mas fácil: Trae tus cosas aquí.

Mi boca se abrió pero no fui capaz de emitir palabra. ¿Acaso acababa de insinuar que me mude aquí con el?

Creo que estoy soñando.

—Loren —interrumpió una voz cuando estaba a punto de preguntar—. Sabía que esa voz era la tuya.

Karen apareció por el pasillo y vino a abrazarme.

—Estoy preparando la cena, ¿tienes hambre? —me pregunta de forma maternal agarrándome de las mejillas.

—Mucha —respondí con una sonrisa.

Llama del deseo ✔️ [Llamas #1]Where stories live. Discover now