Llama del deseo ✔️ [Llamas #1]

Treinta y dos

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Os amo.

N

***

Cierro la cremallera de la maleta y le pongo el candado girando los numero mientras memorizo el numerito. La dejo junto a la puerta y cojo el bolso pequeño para llevar las cosas de mano necesarias.

Me siento como una fugitiva. ¡Que divertido! No sé porque, no preguntéis.

Me pongo las gafas de sol sobre la cabeza y salgo de mi habitación con el bolso en el hombro arrastrando mi enorme maleta azul hacia la primera planta.

—Pásalo muy bien hijita —mama me abraza y me da un beso en la mejilla—. Estamos muy orgullosos de ti.

—Te quiero mamá —le sonrío antes de salir de la casa y meter todo en el coche para ir al aeropuerto.

Pero mis planes se ven truncados por cierto hombre idiota que esta aparcado delante se mi casa apoyado en su flamante coche creyéndose tan...siendo tan dueño del mundo, con su perfección y su hermosura nada dignas de ese planeta.

Joder. ¿Por qué esta siempre tan guapo vestido informal? ¿Acaso sabe lo mucho que me pone verlo con ropa normal? ¿Y si ha metido un micrófono en mi cabeza y oye lo pienso? ¡Madre mía estoy paranoica! Ese maldito adonis me vuelve majara. Enserio, debería hacérmelo mirar, empiezo a preocuparme seriamente de mi estado mental desde que le conozco.

Me preocuparía si no supiera de dejar de pensar por algo que me gusta se me hiciera tan fácil.

Y eso mismo me pasa cuando casi me tropiezo por no mirar por donde voy porque mis ojos están muy ocupados mirando a la cosa mas sexy jamás creada. Es que está tan guapo con esos pantalones cortos de un azul claro junto con una camiseta básica blanca.

Sus padres los hicieron con demasiado cariño y empeño. Es imposible hacer a un hombre tan sexy con sexo normal.

Carraspeo haciéndome la modelo de pasarela rezando para que no se notara el casi tropiezo que casi tengo. Por la sonrisa en su cara se que lo ha visto y lo sabe todo. Maldito capullo engreído.

—¿Qué haces aquí?

—Vengo a buscarte —dice obvio.

—Se llegar al aeropuerto solita —bufo poniendo los ojos en blanco.

—No lo pongo en duda —replica con diversión—, pero no a la zona a la que debemos ir.

—¿De que hablas? —tuerzo la cabeza y mis cejas se juntan intentando comprender a este idiota guapo y sexy.

—Sube al coche y lo descubrirás.

No me deja ni responder, coge mi maleta y la mete en el maletero. Si, increíble que coja en su Audi, adoro este coche.

Ethan conduce tan tranquilo por la avenidas con una de sus manos sobre el volante y la otra sobre mi rodilla. El camino al aeropuerto se me hace corto. Estoy muy emocionada por coger un avión e ir a Los Ángeles, ya que nunca he estado.

Cuando Ethan pasa de largo la zona de entrada a la terminal frunzo el ceño. Sigue conduciendo hasta atravesar el aparcamiento y acabar en la parte de atrás de aeropuerto donde un guardia le permite la entrada. Mis preguntas aumentan cuando veo que estábamos en la zona de los aviones. Casi se me cae la mandíbula cuando para delante de un avión enorme con el apellido Langford en el lateral.