Dieciséis

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Después del incómodo día de ayer de haber acabado medio desnuda en el despacho de mi jefe y haber salido corriendo hacia el mío evitando ser vista por la secretaría hoy me he decidido por un jersey mas gordo y unos vaqueros.

A pesar de que mi cuerpo se quejó porque así a Ethan le será mas difícil dejarme desnuda de nuevo, me obligué a ponérmelo y llegué a le empresa como siempre pasando por un café antes de llegar. Como todavía no había podido hablar con Ethan sobre el tema por culpa de que me distrajo con sus besos y sus toqueteos cogí otro café para el.

Dejé mi maletín en mi despacho y caminé hacia el despacho de Ethan. Toqué suavemente y oí el adelante de siempre con esa voz tan sensual que tiene.

Llegué a su mesa y dejé el café delante de el. Me miró sorprendido y sonrió.

—Café corto de leche y mucho azúcar —afirmo.

—¿Cómo sabes como tomo el café? —no me da tiempo a responder cuando el mira el vaso y añade—. Te lo ha dicho Evelyn.

—Además de guapo, listo, eres un partidazo —bromeo.

—¿Crees que soy guapo? —pregunta con una de sus malditas sonrisa egocéntricas.

Ethan me sonríe y bebo un sorbo de café y yo le saco la lengua.

—Café y halagos —dice en voz baja como si se acabara de dar cuenta de algo—. Tu quieres algo.

Me acerqué al ventanal y me quedé mirando las preciosas vistas de la ciudad.

—Tengo que preguntarte una cosa muy importante —digo ya que no me atrevo a mirarle a la cara.

—¿Qué pasa? —pregunta a mis espaldas.

Respiro hondo tratando de unir valor para decir algo tan vergonzoso. Después de que me haya visto desnuda y me haya tocado un par de veces —algunas de ellas aquí mismo— aun me siento avergonzada hablando de esto con el.

Sobre todo porque cada vez que dice guarradas mi cuerpo se calienta mas rápido que el Vesubio.

—Loren, mírame —me ordena.

Me entran ganas de golpearle por darme ordenes pero igualmente me giro y lo que veo es preocupación. Parece nervioso, y ahora me doy cuenta de que estoy actuando de forma extraña.

Ethan busca en mi rostro algún indicio de que algo va mal. Relajo mi postura y mi expresión se vuelve mas tranquila.

—Solo necesito saber algo —el asiente ceñudo, instándome a que termine con la tortura—. ¿Recuerdas cuando hace unos días...nosotros...en el casino...?

—¿Follamos? —pregunta ahora divertido ya que no soy capaz de decirlo. Asiento y el sonríe—. Por supuesto que lo recuerdo, mucho mejor tú.

—Bien —digo—. Porque necesito saber si tu...te pusiste condón.

Sus ojos se abren de golpe y esa es mi respuesta que necesito. Respiro hondo y mantengo la calma, esto puede arreglarse.

—Oh, joder. Lo siento no me acordé —se lleva las manos a la cabeza y se las pasa por el pelo despeinado—. Mierda, lo siento mucho.

—No pasa nada, lo arreglaré —trato de calmarle tomando sus manos y apartándola se su cara.

—He sido estúpido, lo siento —agarra con fuerza mi mano—. No lo pensé en ese momento, creí que igual tomabas la pastilla.

Me mordí el labio inferior con fuerza. Yo era la que iba borracha y él es el que no pensó con claridad como para ponerse un condón.

—No me arrepiento de haberlo echo —alzo la cejas sorprendida y le miro —Sentirte sin barreras fue lo mejor del mundo.

Llama del deseo ✔️ [Llamas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora