AUNQUE NO LO QUIERAS ACEPTAR

5K 447 218
                                    

La peliverde y la castaña mayores conversaban animadamente acerca de algunas cosas de cocina y uno que otro chisme referente a sus hijos.

- Lamento la demora - Se disculpó Ochako mientras tomaba asiento junto a las mujeres mayores, notando que su padre no estaba, ni Izuku había regresado, un mal presentimiento inundó su ser.

- Mamá...- Llamó recibiendo la atención de la aludida. - ¿Dónde está papá?- Cuestionó temerosa.

- Tu padre se levantó de la mesa, asumo que con intención de ir al baño - Inko miraba extrañada a la novia de su hijo.

- Ochako... - Llamó la peliverde mayor. - ¿No has visto a Izuku?-

- Cierto... él no está aquí - Mintió con una sonrisa nerviosa, cuándo Mikoto se acercó al trío de mujeres, la dueña del lugar se notaba preocupada.

- Inko... -

Hace a penas unos minutos, Izuku se había encontrado con el señor Uraraka y la situación era más tensa de lo que imaginaba.

- Lo repetiré una vez más... ¿Qué estabas haciendo con mi princesa ahí dentro?- Cuestionó el enojado hombre mayor.

- Sinceramente, no creo tener una respuesta que suene bien... en ninguno de los sentidos - Admitió derrotado el pecoso haciendo que el padre de su chica entendiera todo, así que tomándolo desprevenido por el cuello de la camisa lo empujó contra la pared sin medir su fuerza, después de todo él se había atrevido a tocar a su princesa, frente a sus propias narices.

- ¿Cómo te atreviste? - El peliverde entendía lo enojado que podía estar el señor Uraraka, se maldijo mentalmente por no haber pensado bien las cosas, al fin y al cabo hacer eso era casi burlarse de los padres de la chica de mejillas llenitas e incluso de su propia madre,  pero en verdad extrañaba estar con Ochako, era como una maldita droga a la cuál él se había vuelto adicto, tenerla entre sus brazos, besarla, por dios, Incluso adoraba que ella jugara con su cabello.

- Yo entiendo que usted esté enojado - Habló como pudo, antes de que el iracundo hombre ejerciera mayor presión. - Puede golpearme si así lo desea, pero hágalo fuera del restaurante... No quisiera armar un alboroto.-

El castaño mayor asintió y ambos salieron por una pequeña salida de emergencia, la cual daba directamente hacia un callejón, Mikoto quién había sido espectadora de todo esto hizo lo primero que se le vino a la mente, ir por las chicas.

- Ahora sí... - El señor Uraraka estaba bastante enojado, usualmente era un hombre tranquilo, pero esa situación caló hondo dentro de él... simplemente no podía imaginarse a su princesa haciendo "eso", en definitiva todo era culpa de aquel usurpador que tenía frente a él.  - ¿Cuántas veces la tocaste desgraciado?- Cuestionó aún segado por la ira.

- Yo... - El pecoso estaba decidido a afrontar lo que sea, incluso una paliza de su suegro si era necesario, todo con tal de estar con ella. - No puedo responder a eso - Nuevamente el señor Uraraka lo tomó del cuello de la camisa y lo estampó contra el muro, quería golpearlo, ese chico había profanado a su hija, a su princesa, a su niña. Siempre solía optar por una "ruta pacifista" pero en esta ocasión no le importaba nada, simplemente como padre no aceptaba que su hija ya era toda una mujer, preparó su puño para golpear a ese infeliz, pero una voz lo sacó de su ensoñación.

- ¡DETENTE!- Exclamó Ochako con lágrimas, Inko miraba con preocupación y enojo la escena y su esposa tenía una mirada de ¿decepción?

- ¿Qué me detenga?- Exclamó con enojo. - Este desgraciado se atrevió a profanar a mi niña - Respondió con irritación y enojo en su tono mientras ejercía mayor presión  en el pecoso, el cuál sólo pudo hacer un pequeño gesto de dolor.

- ¡Sueltalo!- Ordenó Inko acercándose a ellos.

- ¡No!- Para sorpresa de las mujeres Izuku había hablado. - Me lo merezco - Admitió con una sonrisa triste - No debimos haberlo hecho aquí - Confesó sonrojando a la castaña menor y haciendo entender a las dos mujeres mayores. 

- ¡¿Ahora entienden lo que este malnacido hizo?!- Exclamó mirando con enojo a Izuku.

- Esta no es la forma correcta de resolver   las cosas cariño - Reprendió la castaña mayor.

- Suelte a mi hijo - Pidió/exclamó la peliverde mayor.

Lo que nadie esperaba era que Ochako corriera hacia su padre y lo empujara, liberando al sucesor de All Might mientras él castaño mayor caía.

- Ya no soy una niña - Exclamó al borde de las lágrimas mirando con decepción a su padre. - Deku jamás me tocó sin que yo quisiera, ¡Incluso en muchas ocasiones la que lo incitaba era yo!- Confesó con una mezcla de enojo y vergüenza.

- Pero... - Intentaba contradecir el señor Uraraka desde el suelo.

- Puedo tomar mis propias decisiones - Interrumpió la castaña menor. - Ya no soy más tu princesa, ni tu pequeña mochi... Creo que todo habría  sido mejor si no hubieran venido al Festival- Expresó con tristeza la amante del mochi, quién no lo soportó y se fue de ahí corriendo, dejando de piedra  a su padre y  a las dos mujeres mayores.

- Demonios... - Susurró Izuku antes de activar su Full Cowling y seguir a su pareja, no sin antes dejarle a su madre su billetera con claras intenciones de que utilizara su dinero para pagar aquella peculiar cena.

Uraraka había llegado a los dormitorios, fue directo hacia su habitación para encerrarse, las lágrimas aún permanecían en sus ojos, cerró la puerta esperando que  esta hiciera un ruido estrepitoso, cosa que no hizo.

- ¿Estás bien?- Preguntó Izuku en el marco de la puerta dándole una mirada cariñosa que la hizo enrojecer levemente a pesar de sus lágrimas.

Ella sólo corrió y lo abrazó, para después besarlo con ternura.

- No tienes que preocuparte por lo de tu padre... he dicho que me lo merecía - Una sonrisa acompañada de un pequeño guiño la hizo reír.

- No quiero pensar en mi padre - Respondió la castaña para después besarlo nuevamente. - Terminemos lo que empezamos en el baño - Sugirió llevándolo hacia la cama y empujándolo suavemente a esta, pero no contó conque al posicionarse a horcajadas sobre Deku, éste la abrazara.

- No quiero hacerlo - Confesó extrañando a la chica.

- Si es por lo de la cena, en verdad lo lamento - Se disculpó antes de que el abrazo del chico se hiciera un poco más fuerte.

- No es por eso - Explicó sonriendo tiernamente - Hoy simplemente quiero mimarte... podrás dejar de ser la princesa de papá... pero aún eres la mía - Finalizó con un tono suave antes de darle un tierno beso al cual ella correspondió.

En verdad amaba a ese chico y él la amaba a ella.

NUNCA HA SIDO TUYA Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ