Capítulo 1 💛

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      Los observó mientras los atacaban ignorando las miradas de los demás sobre ella. Casi podía oír sus peticiones, tanto de los que querían que mantuviese abiertas las puertas como de los que rezaban para que las cerrase. Oraciones dirigidas a algún dios benevolente en el que en realidad no creían. Afortunadamente no era aquel dios al que rezaban, de manera que ignoró ambos deseos centrándose en lo que veía.

—Que bajen los soldados de esta muralla y la mitad de los arqueros —ordenó finalmente al oficial volviéndose hacia él—. Y que se preparen para que en cuanto dé la señal cierren las puertas, pero no antes. En cuanto de la señal de la orden de retirada, cubra la huida de esos hombres.

—Sí —asintió el oficial sorprendido sin moverse.

—Vamos —lo azuzó al verlo. Allí los segundos eran demasiado valiosos como para permitirse el lujo de perderlos.

      Vio como el hombre daba algunas órdenes para acto seguido bajar corriendo acompañado de la mitad de los arqueros y todos los soldados mientras los demás se distribuían de nuevo a lo largo de la muralla más pendientes de ella que de los que ocurría fuera. Sin duda debían estar preguntándose qué era lo que la había llevado a dar aquella orden mostrando algo tan alejado de los de su especie como la compasión, pero se equivocaban. Ella tomaba aquella decisión por la misma razón que había tomado todas las anteriores: porque era la más beneficiosa, nada más

—Ya sabéis lo que tenéis que hacer —les dijo a los arqueros que quedaban y estos tensaron los arcos volviéndose hacia afuera.

      Los arqueros debían detener el avance del enemigo, pero además debían matar a cualquiera que fuese capturado, ya que era mejor una muerte rápida a manos de un amigo que una muerte lenta después de días o semanas de tortura a manos de los atacantes. Después de todo ellos y los arqueros no eran tan diferentes, sólo estaban en distinto lugar.

      Silbó tres veces y vio como los suyos empezaban a retroceder. Sin duda debían estar preguntándose cómo era posible que no hubiesen sido sacrificados, pero en esa situación no podía permitirse el lujo de perder hombres inútilmente. Ya habían perdido tres grupos en las últimas dos semanas y eso era más de lo que se podían permitir. Además, no era bueno para la moral salir para morir. La gente luchaba mejor por su propia supervivencia, como podía ver en aquellos momentos. Los hasta hace poco agotados hombres de pronto luchaban con todas sus fuerzas mientras los arqueros prestaban más atención conscientes de que aquella vez, alcanzar a un atacante podía salvar a un amigo.

      Observó el lento peregrinar del grupo mientras la gente caía, siendo rematados por los arqueros, y el grupo retrocedía sin pausa, preguntándose cuando cerraría definitivamente la puerta y morirían, pero ella no pensaba cerrarla hasta que no quedase más remedio.

      Se dio la vuelta y bajó rápidamente las escaleras hacía la puerta de entrada. Los arqueros ya sabían qué hacer, ahora tenía que estar con los soldados.

—¡Evaluadora! —exclamó el oficial sorprendido al verla allí—. Estar aquí es muy peligroso. —Y al oírlo casi sonrió.

—Quiero que disponga a sus mejores hombres para que en cuanto de la orden salgan y ayuden a ese grupo a llegar, ¿comprendido? —Le preguntó y el oficial asintió. Aquella gente cada vez entendía menos sus decisiones pero, como siempre, las acataron sin más.

      El oficial llamó a varios hombres y les dio algunas instrucciones mientras ella se situaba delante de la puerta y miraba fuera. En condiciones normales apenas si se tardaría un minuto en recorrer aquella distancia, pero aquella gente no podía avanzar más rápido y la ayuda dependía de si llegaban al punto que ella había dispuesto. Si lo hacían enviaría a los soldados si no..., no iba a sacrificar más gente inútilmente de manera que cerraría la puerta y los dejaría a su suerte. Por lo tanto, su destino dependía de ellos mismos, de cuanto tardasen en recorrer aquella distancia.

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