Capítulo 29

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—¿Estás seguro? —Le preguntó un soldado a Rasen.

—Las huellas se dirigían hacía aquí —asintió Rasen, que soportaba las constantes preguntas con una calma envidiable.

—¿Y entonces por qué no los alcanzamos por más que corremos? —Insistió el soldado.

—Porque son más rápidos —contestó Rasen.

—Silencio —ordenó Xon molesto—. Ya somos bastante llamativos como para que además vayáis hablando tan descuidadamente. Os recuerdo que esto no es un paseo.

—No entiendo por qué se mantiene esa expresión —terció Taxes—. Que yo sepa, hace generaciones que no se hace eso de "dar un paseo", de hecho, ni siquiera estoy muy seguro de lo que es.

—Taxes —lo regañó Xon, de manera que este se mantuvo en silencio cosa que ella agradeció. Debía pensar en una manera de que los volviesen a aceptar a pesar de que no tenía ni una sola baza con la que negociar.

—Mirad —dijo Lenx y al levantar la cabeza vio a un grupo de soldados, por sus ropas soldados de Xritt, al parecer no eran los únicos que habían conseguido salir de las cuevas. Se preguntó cómo lograron llegar hasta allí ellos también.

—Iré a ver que quieren —se ofreció Xon.

—Espera —lo detuvo Rasen—. Creo que es mejor no acercarse.

—¿Qué ocurre? —Intervino Pria mirando a los soldados, ya que desde esa distancia apenas se les distinguía bajo sus ropas.

—Son malditos —explicó Rasen.

—¿Estás seguro? —Le preguntó Rush serio y este asintió.

—Esa manera de moverse... ya la he visto antes, en una de mis primeras misiones tuvimos que salir a buscar a unos malditos y se movían exactamente así.

—En tal caso, no nos queda más remedio que actuar —ordenó Aisdal mirando a las figuras que parecían no decidirse ni a atacar ni a huir. Al parecer la tentación era demasiado grande, pero algo en sus atontadas cabezas aún era capaz de darse cuenta de que las presas eran demasiadas.

—¿Y no sería más sensatos evitarlos? —Preguntó Pria señalando a los hombres.

—Esos monstruos llevan nuestro uniforme. No quiero que lo último que vean las demás ciudades de Xritt sean unos malditos.

—Aisdal tiene razón —asintió Xon—. Es nuestro honor lo que está en juego y no hay nada peor que un maldito. No sé vosotros, pero yo no pienso permitir que haya un solo maldito en el mundo con mi uniforme.

—Estoy de acuerdo —lo apoyó Lenx—. Somos los únicos que podemos defender el honor de nuestra ciudad.

—Sin duda los han guiado hasta aquí nuestros hermanos muertos para que borrásemos esta afrenta antes de que nadie más pudiese verla —asintió otro.

—Entonces sugiero que acabéis con ellos y no dejéis ni rastro —dijo Rush de manera que más de la mitad de los que estaban allí se lanzaron al ataque.

Estaban débiles, pero aquel grupo estaba formado por diez o doce, no más, y esperaba que no hubiese problemas para acabar con ellos.

—¿Crees que habrán atacado al grupo de Liniven? —La interpeló Rush.

—Si los hubiesen atacado, no estarían aquí —rechazó Rasen que no se había marchado al ataque con los demás y ella tuvo que estar de acuerdo con aquella afirmación. Vio como sus soldados rodeaban a los malditos, que por un momento parecieron comprender su destino, pero antes de que ninguno de ellos pudiese reaccionar, el grupo atacó, volviéndose todo confuso en la distancia.

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