Capítulo 12

28 9 4
                                    

      Tal y como todos esperaban, después de los intercambios de rigor y al comenzar las negociaciones sobre las partidas de exterminio, comenzaron los problemas, ya que todos querían que grupos grandes y bien preparados batiesen los alrededores de sus respectivas ciudades para que cumpliesen con su función y, a la vez, no querían mandar soldados a otras zonas conscientes de que la mayoría no sobreviviría. Un problema al que debían enfrentarse, de manera que intentó negociar lo mejor posible con sus bazas y teniendo en cuenta que tanto el Sr. Exeb como el Sr. Nersan no estaban demasiado contentos con ella y normalmente se oponían a cualquier cosa que ella decía. Afortunadamente no contaban con el apoyo de los demás y aquello sólo era una pérdida de tiempo.

      En aquella tibia tarde estaban discutiendo sobre el tercer grupo que iba a ser mandado. El primero, formado por diez soldados de cada una de las ciudades se dirigiría a la grieta situada en el norte conocida por ser uno de los nidos principales de los atacantes. Todos sabían que los soldados elegidos para esa misión no regresarían, pero era algo necesario. Cada vez que se realizaba un concilio se mandaba, al menos, un grupo y aquel era el primer tema a tratar.

      El segundo también fue fácil: quince soldados saldrían de cada una de las ciudades del centro y otros tantos de las del oeste y se encontrarían en unas rocas situadas aproximadamente a mitad de camino, exterminando a todos los atacantes que encontrasen durante el viaje. Luego harían barridas por la zona durante varios días antes de volver a sus respectivas ciudades.

      Sin embargo, el tercer grupo era el problema. Debían mandar a un grupo a la zona este, otro desperdicio de hombres, pero algo necesario, ya que Liniven sola no podía hacerse cargo de una zona tan basta. Pero Darnien se negaba a adentrarse tanto como era menester argumentando que aquello era problema de Liniven. La cuestión era que los problemas de Liniven, eran los problemas de todos.

—Hay que mandar más gente —estaba diciendo el Sr. Enbrix que, al igual que ella, no parecía tener problemas para decir lo que pensaba.

—¿Acaso seis por ciudad no es suficiente? —Le preguntó el Sr. Nersan.

—¿Para entrar en un territorio tan amplio y en el que no se ha hecho nada desde hace doce años? —Replicó el Sr. Enbrix.

—Liniven está allí —le recordó el Sr. Exeb—. Y todos conocemos la fama de los soldados de Liniven.

—Aun así, de igual manera que ellos nos ayudan a defender nuestro territorio, nosotros debemos corresponderles ayudándolos con el suyo —replicó el Sr. Enbrix.

—Nosotros estamos mandando seis veces su número.

—Ellos no tienen la culpa de ser la única ciudad de la zona este —replicó la Sra. Alnea.

—Aun así, es excesivo mandar tantos soldados a su territorio.

—La zona este necesita más gente —repitió el Sr. Enbrix.

—Discrepo —rechazó Aisdal interviniendo por primera vez en la conversación, de manera que todos se volvieron hacia ella—. Están hablando como si el mundo estuviese dividido: la zona este, la zona oeste, la zona centro. Y como si cada una de esas zonas fuese responsabilidad de alguien en concreto cuando no es así. Nuestros antepasados unieron sus fuerzas porque se percataron de que la única manera de sobrevivir era hacer frente juntos al enemigo común. Los atacantes no diferencian zonas, simplemente se expanden de donde hay más a donde hay menos, y si dejamos que en el este se reproduzcan sin control, tarde o temprano llegarán hasta nosotros y eso lo sabemos todos: ya lo hemos visto antes. Por eso no estoy de acuerdo con el Sr. Exeb cuando habla de "la zona este"; si los dejamos, esos atacantes se convertirán, tarde o temprano, en nuestro problema, y no sé lo que opinan mis hermanos, pero en Xritt ya tenemos bastante con los atacantes locales, como para que además lleguen nuevas oleadas desde el este. Prefiero combatirlos antes, de manera que Xritt mandará a tantos soldados como sean necesarios para mantener bajo control a esos atacantes en concreto, por eso me gustaría solicitar al Sr. Medkiavar que nos explique la situación concreta a la que se enfrentarán y así poder determinar qué número de soldados es necesario para ponerlos bajo control. Como conocedor del terreno, cualquier sugerencia a este respeto sería una buena base sobre la que comenzar las negociaciones —añadió ya que, hasta ese momento, el Sr. Medkiavar no había dicho nada, seguramente para no empeorar aún más la situación.

EvaluadoresWhere stories live. Discover now