Capítulo 25

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      Al día siguiente la actitud del Sr. Medkiavar cambió sensiblemente informándoles de vez en cuando de cosas sin mayor importancia, y aunque ella estaba segura de que ocultaba más de lo que decía y que tan sólo compartía con ellos una pequeña parte, agradeció el cambio de actitud. Sin embargo, otra cosa atrajo su atención, así como la del Sr. Medkiavar y Rush, y es que una de sus soldados y otro de Liniven, estaban comenzando a acercarse demasiado y aquello era peligroso, ya que todos debían tener puestos los sentidos en lo que estaba pasando, especialmente los de Liniven, que parecían tener unos sentidos muy superiores a los suyos. De manera que Rush y ella trataron de poner algo de orden, pero al parecer era algo mutuo, ya que era prácticamente imposible separarlos y al cabo de un tiempo también tuvo que intervenir el Sr. Medkiavar para conseguir que se alejasen y aquello no llegase a más.

      Era cierto que allí no había ningún tipo de normas morales y que cada uno podía hacer lo que quisiera con quien quisiera, pero aquel no era el momento ni el lugar. Ya habría luego tiempo para juegos después, si es que sobrevivían.

Aquella intervención no pareció sentar nada bien a ninguno de los dos, especialmente al soldado de Liniven, que tomó una actitud bastante provocativa hasta que Zul se lo llevó a parte y al volver se mostró mucho más tranquilo, lo que le permitió a ella centrarse en otras cosas. Por ejemplo, en que ya llevaban varios días andando a buen ritmo y aquello no parecía tener salida y lo cierto es que, si bien era más seguro estar allí abajo, empezaba a temer que la única salida de aquellos túneles fue sellada cuando partieron y sabía que no era la única que lo pensaba.

—La comida disminuye rápidamente, aquí no hay nada que comer y estos túneles no parecen tener salida —resumió Rush aquella noche cuando los tres se reunieron a parte del grupo para celebrar su reunión diaria—. Y aunque lo que ha ocurrido entre los dos soldados ha servido para distraerlos momentáneamente, mañana será un día difícil.

—Y para colmo la actitud de los soldados de Liniven sigue siendo demasiado extraña —añadió Pria.

—He preguntado al Sr. Medkiavar, pero dice que no es capaz de decir cuánto falta para salir —les explicó ella.

—No deberías haberlo hecho —la censuró Rush.

—Estaba empezando a correr entre los soldados el rumor de que faltaban pocas horas para salir y si eso se hubiese convertido en una opinión creíble, hubiésemos tenido problemas al acampar ahora.

—Pero tenemos que hacer algo. La situación no se puede controlar por mucho más tiempo —prosiguió Pria preocupada.

—No podemos hacer otra cosa —intervino el Sr. Medkiavar y al volverse lo vio junto a ellos de pie—. Lamento la intromisión, pero los soldados me dijeron que era una reunión de evaluadores y a pesar no ser de Xritt me pregunté si se me permitiría participar, aunque sólo fuese como observador.

—Será un honor —asintió ella haciéndole sitio—. Lamentamos no habéroslo comunicado, pero pensamos que estaríais ocupados con vuestros propios hombres.

—Zul se hace cargo de ellos —respondió el Sr. Medkiavar sentándose ante la incomodidad de Rush y sobre todo de Pria, cosa que no le extrañó. Ella ya se había acostumbrado a tener reuniones con gente que no conocía gracias al cónclave de ciudades, pero para los demás, era la primera vez que se veían obligados a hablar delante de alguien que no había nacido en la ciudad y cuya opinión desconocían por completo.

—Por lo tanto, nuestra única opción es seguir —retomó el tema.

—¿Y si mandásemos exploradores? —Propuso Rush y ella suspiró mentalmente de alivio ya que si Rush participaba no le cabía duda de que Pria también lo haría.

—Desconocemos como es este lugar, de manera que no podrían alejarse mucho y sería una pérdida de tiempo y esfuerzo —rechazó el Sr. Medkiavar.

—Pero el avanzar a ciegas, sin que nadie investigue, pone a los hombres nerviosos —señaló Pria confirmando sus ideas.

—No os preocupéis, no hay peligro.

—Si lo que os preocupa es perder hombres... —comenzó Rush y Aisdal vio claramente como se le ponían los pelos de punta al Sr. Medkiavar como si fuese uno de los atacantes, incluso le pareció que los tatuajes cambiaban levemente, pero no era la primera vez que la luz le jugaba una mala pasada.

—Creo que debemos confiar en el Sr. Medkiavar y sus hombres —intervino ella antes de que Rush pudiese continuar o el Sr. Medkiavar contestar algo—. Hasta ahora han hecho un trabajo encomiable que no creo que nadie pueda criticar, de manera que seguiremos confiando en ellos.

—Desde luego —asintió Rush que por su repentina palidez, parecía haberse dado cuenta de que acababa de cometer un error imperdonable—. Disculpadme, la situación me hace proponer medidas sin pensar realmente en lo que digo.

—Lo entiendo —aceptó el Sr. Medkiavar en el mismo tono calmado con el que hablaba con el Sr. Nersan y por alguna razón aquello le dio mala espina.

—Lo que quiero decir es que los hombres están nerviosos ya que este no es el método habitual de Xritt y aunque este sistema también parece ser efectivo, los soldados están... inquietos —se corrigió.

—En situaciones como estás los soldados se sienten más tranquilos cuando hacen cosas conocidas —lo apoyó Aisdal.

—Lo entiendo, pero sería una pérdida de recursos y de tiempo, sobre todo cuando seguramente el ataque vendrá desde detrás.

—El otro grupo de Xritt —asintió Pria y el Sr. Medkiavar asintió.

—¿Y el riesgo real?Preguntó Rush.

—Imposible de determinar —negó el Sr. Medkiavar—, ya que no sólo depende de si están interesados en nosotros o no, sino también de si pueden encontrarnos.

—Por lo tanto, lo único que podemos hacer es seguir avanzando —concluyó Aisdal.

—Y esperar que los soldados sean capaces de contenerse —añadió el Sr. Medkiavar.

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