Capítulo 45

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—¿Y cómo lo haremos? —preguntó Pria directamente.

—¿Cómo haremos qué? —respondió el Sr. Medkiavar volviéndose hacia ella y Aisdal tuvo que reconocer que tenía valor. Nadie se había atrevido a interrogar al Sr. Medkiavar directamente hasta ese momento. Pria parecía haber encontrado por fin el valor que le faltaba, tan sólo esperaba que comprendiese que, aparte del valor, también hacía falta sentido común y precaución antes de que alguien la matase.

—Entrar en Liniven —contestó Pria haciendo por primera vez en voz alta la pregunta que todos se hacían—. Se encuentra sitiada, ¿no es así?

—Sí —confirmó el Sr. Medkiavar—. Nuestra ciudad se encuentra sitiada de nuevo y se esperan aún más atacantes durante los próximos días, por lo que intentar acceder a ella es imposible.

—Pero tampoco podemos quedarnos aquí —añadió Pria—, esto es una trampa. Y la superficie tampoco es ninguna opción, ya que allí moriríamos sin remedio. Nuestra única posibilidad es llegar hasta una ciudad y la única posible es Liniven —razonó pensativa.

—Cierto, por eso tenemos que ir hasta Miriem.

—¿Miriem? —intervino el Sr. Flearen—. ¿La ciudad maldita?

—Esa ciudad no existe —negó el Sr. Nersan hablando por primera vez desde la caída de su ciudad—. O al menos eso espero, porque lo que se cuenta de ella son sólo locuras, producto de las pesadillas de un loco.

—Maldita o no, nosotros vamos a ir hasta Miriem ya que es la única forma de llegar a Liniven.

—Es una locura —repitió el Sr. Nersan.

—Sr. Nersan, creo que estáis malinterpretando la situación. Vamos a Miriem —repitió—. Mi grupo va a ir hasta allí, y no es algo que esté abierto a discusión. Pero desde luego, vuestro grupo no tiene porqué seguirnos —añadió maliciosamente.

—Ya veo que no nos vais a dejar ninguna opción —dijo el Sr. Flearen algo amargamente.

—Lo lamentó —se disculpó el Sr. Medkiavar más suavemente—, pero me temo que no hay otra salida. A nosotros tampoco nos agrada y si hubiese otra opción... —se detuvo y negó con la cabeza—. Sólo existe ese camino —repitió.

—Nosotros iremos —declaró Rush después de mirarla y de que ella asintiese—. Confiamos en la capacidad del Sr. Medkiavar y sus soldados tanto o más que cuando salimos de Lexta, por lo tanto no nos echaremos atrás.

—Xritt ya se ha pronunciado —asintió el Sr. Medkiavar—. ¿Los demás?

—Las opciones no son muchas —dijo la Sra. Alnea—..

Y dado que, por ahora, el lugar más aseguro ha sido junto a los soldados de Liniven, prefiero ir con ellos a las puertas del infierno, antes que quedarme sola aquí. Nacorus va —asintió.

—Tal y como han dicho sabiamente mis colegas, el lugar más seguro es junto a los soldados de Liniven —asintió el Sr. Flearen.

—Entonces nosotros también —dijo el Sr. Nersan— no somos suficientes como para sobrevivir solos. Además, aquí fuera no tenemos ninguna posibilidad, por lo tanto iremos. Así descubriremos si realmente la ciudad maldita de Miriem existe y si es cierto lo que se dice de ella o no— por un momento todos miraron al Sr. Medkiavar esperando que este rechazase la compañía del Sr. Nersan y sus hombres.

—En tal caso proseguiremos —asintió el Sr. Medkiavar en lugar de eso—. Saldremos dentro de poco, no tenemos tiempo que perder.


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