Capítulo 9

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      Entró en la sala detrás de Irin encontrándose con que ya estaban allí tres de los siete representantes, los cuales se volvieron hacia ella cuando fue anunciada con curiosidad.

—Sra. Aisdal —la saludó un hombre acercándose. Se trataba de un evaluador algo mayor de cuyo cuello colgaba una piedra transparente, un diamante, señalándolo como el emisario de Lexta, su anfitrión. Desde luego los colgantes eran útiles—. Mi nombre es Flearen y os doy la bienvenida a Lexta —se presentó confirmando sus ideas.

—Muchas gracias por vuestra bienvenida y vuestra hospitalidad.

—Es lo mínimo que podemos hacer por quienes vienen desde tan lejos. Un viaje lleno de peligros según nos ha contado el Sr. Exeb —añadió señalándolo.

—Dado que hemos llegado sanos y salvos, creo que podemos decir que el viaje ha sido tranquilo —replicó mientras inclinaba la cabeza.

—Desde luego la percepción que tienen las ciudades del oeste son un poco diferentes a las nuestras –intervino una mujer acercándose y por su colgante amarillo, ámbar, debía ser la representante de Nacorus—. Alnea, representante de la vecina Nacorus —se presentó. Se trataba de una mujer joven de pelo rubio y ojos muy parecidos al colgante que llevaba, que hablaba con voz suave.

—Aisdal, representante de Xritt. Es un honor conocer a la representante de Nacorus —la saludó ella.

—El Sr. Exeb nos estaba contando cosas de su increíble viaje. Tal vez, como principal interesada, queráis oírlo e ilustrar mejor sus palabras.

—Estoy segura de que el Sr. Exeb está narrando la historia perfectamente —rechazó.

—El Sr. Enbrix, representante de Kortinal —anunciaron y ella, al igual que los demás, se volvió con curiosidad hacia el recién llegado.

      Curiosidad, porque se decía que su colgante estaba hecho por un material que provenía directamente de las épocas prohibidas, lo único que Kortinal conservaba de aquella época. Un material que se extraía de las profundidades de los mares cuando estos existían: una perla, una gran perla pulida y ella se encontró con que, tal y como había leído, la perla era una superficie opaca blanca que brillaba bajo la luz y vio el orgullo del representante de Kortinal al ver como todos miraban su colgante.

—Lo cierto es que después de todo lo que me han hablado de esa perla, me esperaba algo más llamativo —comentó la Sra. Alnea con cierta envidia mientras el Sr. Flearen se dirigía a su nuevo invitado.

—¿Acaso no os parece lo bastante bonita? —Le preguntó el Sr. Exeb con cierta sorna.

—No importa lo bonita que sea —negó Aisdal mientras se preguntaba qué interés podía tener alguien en un adorno. Ella llevaba su colgante con orgullo porque era el símbolo de su ciudad, pero cambiaría aquella piedra por otro pozo, aunque ese pozo sólo tuviese agua para diez años.

—El Sr. Nersan, representante de Darnien —anunciaron mientras todos se volvían para contemplar el rubí rojo que simbolizaba aquella ciudad. Según se decía estaba hecho con la sangre de todos los que habían caído defendiéndola.

—Pues son pocos —murmuró, aunque nadie se dio cuenta de ello.

—Y como siempre Liniven la última en aparecer —se quejó la Sra. Alnea con cierto desdén.

—No tendrán prisa por llegar —asintió el Sr. Exeb y ella se mostró de acuerdo. Todo el mundo sabía que Liniven no se llevaba bien con las otras ciudades, en especial con las tres centrales, de manera que su representante no tendría ninguna prisa por llegar a terreno hostil. Se preguntó si el representante de Liniven sería el hombre que la interrogó cuando subían y se contestó que si, ya que ninguno de los que estaban allí le resultaba familiar.

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