Capítulo 22

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      Comenzó de nuevo a recorrer las habitaciones esperando que en cualquier momento una Lena enfurecida apareciese, pero por alguna razón no fue así, quedando tan sólo sus palabras, unas palabras más dolorosas de lo que en un principio quería reconocer y de las que no podía deshacerse. Ahora, en vez de tener que cargar con una cosa, iba a tener que cargar también con Lena y su hija y la maldijo por ello. ¿Acaso no sabía Lena que ella no podía hacer nada? Desde luego que sí. Lena fue allí para pedirle que traicionara todo lo que le habían enseñado, todo lo que ella era, a cambio de condenar a los últimos supervivientes de Xritt sin remisión. Esa era la única interpretación posible ya que, con un bebe entre ellos, morirían. Hacía lo correcto, lo sabía. Nadie en su sano juicio admitiría a un bebe en el grupo dadas las circunstancias, ni en esas ni en ninguna. Lógicamente lo sabía, pero también sabía que Lena era la única persona a la que había podido llamar amiga, la única persona que estuvo de su parte y que habría dado cualquier cosa por haber encontrado una manera de darle lo único que le había pedido desde que la conocía.

      Finalmente salió de la torre sin que su estado de ánimo hubiese cambiado cruzándose con los que morirían en aquel lugar, que estaban esperando junto a la entrada. Comenzó a avanzar mientras veía que, de nuevo, el ambiente había cambiado y el pesimismo volvía a adueñarse de la ciudad ya que ahora que los elegidos para el grupo fueron anunciados, muchos descubrieron que, una vez más, sus esperanzas fueron en vano. Y junto a esto también notó otra cosa y es que si bien muchos aceptaban su destino, otros no parecían dispuestos a hacerlo de tan buen grado, negándose a dar aquella oportunidad por perdida y en cuanto llegó a la torre supo por qué.

—Esto ha sido una estupidez —murmuró arrancando la lista de la puerta y rompiéndola en mil pedazos.

—¿Es que estás loca? —La intentó detener otro evaluador al ver lo que estaba haciendo.

—¿Quién ha mandado poner la lista?

—El evaluador Tilep —contestó el chico, de manera que ella entró en el edificio donde ellos dormían y después de preguntar a un par de personas, abrió que le indicaron, encontrándose con una pequeña habitación en penumbra y un cuerpo que dormía en la cama.

—¿Qué ocurre? Exigió el evaluador Tilep sentándose sobresaltado.

—Tú lo has hecho, así que arréglalo —le advirtió acercándose.

—¿El qué? —Ella tiró los restos de la lista sobre él— ¿Qué es esto? ¿Mi lista? —Preguntó al reconocerla y ella asintió—. ¿Cómo te has atrevido? —Exigió empezando a enfurecerse.

—Porque es la mayor estupidez que se ha cometido desde que se fundó esta ciudad.

—Maldita niña engreída —gritó Tilep levantándose de la cama—. ¿Con quién crees que estás hablando?

—Con un completo estúpido o con un incompetente tal que no debería haber sido aceptado ni como sanador. Seguramente las dos cosas a un tiempo— replicó haciendo que Tilep comenzase a abrir y cerrar la boca incapaz de decir nada ante un insulto tan directo.

—¿Qué ocurre aquí? —Los interrumpió Tiam entrando. Al parecer alguien le informó de que estaba buscando a Tilep y había decidido intervenir.

—La evaluadora Aisdal ha entrado en mi habitación y me ha insultado sin más.

—Yo no te he insultado, tan sólo he dicho que eras un estúpido o un incompetente, seguramente las dos cosas, y eso es un hecho probado, no un insulto.

—¿Y puedo saber en qué te basas para decir eso? —Le preguntó el evaluador Tiam.

—El evaluador Tilep ha puesto hoy la lista del grupo elegido para llegar hasta Absad.

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