Capítulo 31

17 4 2
                                    

—Una ciudad entera, recién creados... —estaba diciendo Rasen mientras negaba con la cabeza—. No tenemos ninguna posibilidad contra ellos.

—Pero no son más que malditos, se les puede vencer fácilmente —señaló Lenx.

—Cierto, si atacan de uno en uno, es muy fácil vencerlos. Incluso cuando se pelea contra varios a la vez, las posibilidades de sobrevivir son muy altas ya que son muy lentos y torpes, el problema es que la proporción en nuestro caso es de cien a uno.

—Nosotros somos todos soldados.

—Y ellos son todos malditos —replicó Rasen.

—Comprendo —dijo finalmente Lenx—. Pero los malditos, cuando llevan mucho tiempo sin encontrar ninguna víctima, se atacan entre ellos, ¿no?

—Cierto, pero como he dicho, están recién creados, lo cual quiere decir que están saciados de carne humana —le recordó Aisdal—. No se atacarán entre si hasta que pase, al menos, una semana desde su creación y aún tardarán más tiempo en destruirse a sí mismos de lo que nosotros tardaremos en llegar a Lexta.

—Por lo tanto, debemos llegar hasta Lexta sin que nos atrapen —concluyó Xon—. Tenemos que movernos rápido, tan rápido como podamos.

—Después de eso no tendremos que preocuparnos, ya que sin víctimas y con tantos grupos de atacantes, serán diezmados en poco tiempo. El problema es ahora, el hecho de que nos están siguiendo de cerca, cada vez más cerca —añadió Aisdal.

—Sólo podemos seguir —intervino Rush mirándolos—. Ellos no se detienen, pero tampoco piensan y las pistas falsas de los soldados de Liniven son muy útiles.

—Lo malo es que no se dan por vencidos y cuando llegan a un punto muerto retroceden y vuelven a empezar —se lamentó Tasex.

—Sin embargo, el que nos sigan es una ventaja —señaló Aisdal.

—¿Ventaja? —Le preguntó Tasex entre burlón e interesado.

—No sólo ellos nos siguen, los atacantes también, pero los atacantes van detrás de los malditos, lo cual significa...

—Que si realmente un grupo de atacantes nos sigue se topará primero con ellos —asintió Pria.

—Lo cual solucionaría nuestro problema más urgente a la vez que nos daría tiempo. Además, el tener ese grupo detrás nos obliga a mantener un buen ritmo haciendo posible que lleguemos a Lexta con nuestras provisiones —añadió Aisdal.

—Tal y como lo dices parece que el tener a un grupo de malditos detrás de nuestra carne sea positivo —señaló Taxes sarcástico.

—Bueno, podemos sacar algunas ventajas de todo esto, de manera que yo no veo la situación tan mala.

—Evaluadores —rezongó Tasex negando con la cabeza mientras se marchaba.

—Creo que le caes bien —dijo Rasen mientras veía a Tasex marcharse.

—Me alegro —asintió ella mientras miraba al Sr. Medkiavar que no hacía más que mandar a sus soldados a cumplir misiones sin que estos pareciesen resentirse del duro ritmo de trabajo. Por el contrario, ella diría que les sentaban bien aquellas salidas, como si estuviesen allí atrapados cuando en realidad lo que necesitaban era libertad.

—No están cansados a pesar de que no comen y apenas duermen —señaló Rasen.

—¿Acaso es tan evidente lo que pienso? —Le preguntó interesada volviéndose hacia él.

—No. Pero no he podido dejar de observarlo, de manera que imaginé que tú tampoco.

—¿Cuánta gente se ha percatado?

—La mayoría no se ha dado cuenta, están demasiado agotados y hay otros problemas más urgentes, y la verdad es que dudo que nadie se preocupé por eso hasta que estemos a salvo y entonces carecerá de importancia.

—Sin embargo, tú te has dado cuenta —señaló Aisdal.

—Querían que fuese evaluador —dijo Rasen a modo de explicación.

—¿Y por qué lo rechazaste?

—Nunca me gustó depender de los demás.

—A pesar de lo cual dependes de nuestras decisiones —señaló Aisdal.

—Prefiero ese tipo de dependencia a la otra.

—Comprendo —asintió observando al Sr. Medkiavar.

      Se iba a marchar dentro de poco, estaba segura, lo llevaba observando tanto tiempo que empezaba a poder prever su comportamiento, y aunque no estaba segura de por qué lo sabía, sí que estaba segura de que dentro de poco dejaría a Zul al mando y desaparecería durante varias horas. Al parecer a él también le ocurría lo mismo que a sus soldados.


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



—¿Confías en ellos? —Le preguntó Rush cuando se quedaron solos.

—Esa no es la cuestión —negó Aisdal.

—¿Pero lo haces? —Insistió.

—Es algo en lo que prefiero no pensar —contestó finalmente—. Pero estoy aquí, con ellos, y creo que eso significa que la respuesta es sí. Confió lo bastante en ellos como para preferirlos a los atacantes.

—A mí no me parece una elección tan fácil.

—Yo no he dicho que fuese una elección fácil, sólo he dicho que los prefiero y dado que no hemos tenido ninguna deserción, imagino que no soy la única.

—¿Qué dirás sobre el Sr. Medkiavar y los suyos cuando lleguemos a Lexta? —Le preguntó cambiando de tema.

—Que nos salvaron —contestó—. ¿Y tú?

—Sólo uno de nosotros entrará a hablar con ellos.

—Eso no responde a mi pregunta —señaló.

—Diré lo mismo que tú— contestó Rush al cabo de un momento.

—¿Por qué?

—Deberías saberlo, pero si lo prefieres, te lo diré. Tú eres la evaluadora al cargo de este grupo no yo.

—Es a ti a quien los soldados obedecen y respetan —le recordó.

—Tal vez aún tenga autoridad, pero a quienes obedecen en última instancia, es a ti. Además, en lo referente a la gente de Liniven pareces tener un sexto sentido para saber qué hacer y dado que hasta ahora siempre has acertado, creo que lo más sensato es seguir haciéndote caso.

—Agradezco la confianza. Si pudiese la rechazaría, pero como no es así... Hay que preparar una historia convincente sobre todo lo que ha pasado y tener cuidado con Darnien.

—Ya sólo quedan cuatro ciudades —asintió Rush.

—Tres. Por ahora —murmuró sin que Rush la oyera.


EvaluadoresWhere stories live. Discover now