Capítulo 2

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—Aisdal —la llamó Lena saliendo a la terraza—. Felicidades por haber pasado de villana a héroe en una tarde ¿qué se siente?

—Nada —contestó sin volverse mientras miraba la puerta de la ciudad. La habían asegurado ya que aunque los arqueros hicieron un buen trabajo, la puerta sufrió algunos daños. Afortunadamente eran de poca consideración y con un par de días de trabajo, estarían perfectamente arregladas.

—Desde luego eres un auténtico evaluador —replicó Lena divertida al oír su respuesta.

—¿Por qué? —Le preguntó sin volverse. No sentía nada porque no había nada que sentir. Ella siempre actuaba guiada por el mismo propósito: proteger aquella ciudad. ¿Y ahora es cuando lo hacía bien? ¿Por qué? ¿Porque les convenía a unos cuantos?—. Yo busco el bien de la mayoría, es mi trabajo, nuestro trabajo, y lo haré. No me importa si por eso me adoran o me odian. Siempre y cuando la ciudad siga en pie, no me importará en absoluto lo que opinen unos seres tan cambiantes de mí.

—¿Y has actuado por el bien de la mayoría? —Intervino alguien.

—Si —asintió Aisdal y al volverse se encontró con Rush acompañado por un mayor.

—Rush cree que tu actuación ha sido censurable —le explicó el mayor directamente.

—¿Por qué? —Le preguntó tranquila consciente de que si aquello fuese algún tipo de juicio, hubiese tenido lugar en la sala del consejo y no en una terraza con extraños delante.

—Tendrías que haber cerrado la puerta antescontestó Rush. Desde que comenzaron su formación como evaluadores Rush siempre mostró antipatía hacia ella, algo que no había hecho sino empeorar, tal vez por todas las veces que lo dejo en evidencia delante de los demás durante las prácticas.

—¿Cerrarla antes por qué? —Durante los ejercicios lo que siempre le gustaba más era cuando le mostraban que una opinión que ella creía incuestionable en realidad era errónea, o, mejor dicho, se podía enfocar como errónea.

—Porque podrían haber entrado —contestó Rush haciendo que perdiese todo el interés en aquella conversación.

—Fue un riesgo controlado.

—Fue un riesgo innecesario.

—Nosotros estamos aquí para buscar el bien mayor —comenzó, ya que si el mayor lo había llevado hasta allí era para ver si Rush conseguía entender los motivos que la llevaron a tomar aquella decisión y a ella le correspondía intentar que lo comprendiese.

—Exactamente —asintió Rush ya que aquella era la primera regla, por no decir la única que seguían los evaluadores. "El único bien es el bien de la mayoría". Tal vez si empezaba por algo que Rush aceptaba, lo entendería.

—Y aquí no era sólo una cuestión de abrir o cerrar la puerta —prosiguió.

—¿Cómo puedes decir eso? —La interrumpió Rush sorprendido.

—Porque sin soldados no tenemos ninguna posibilidad de sobrevivir y eso es lo que he protegido hoy: a los soldados. Ha sido arriesgado, cierto, pero de esta manera hemos perdido a medio grupo en vez de a un grupo entero.

—Pero están heridos —le recordó Rush.

—Los heridos pueden recuperarse y volver a luchar. Los muertos, no —replicó Aisdal—. Además, hemos exterminado a dos grupos de atacantes y la moral de los soldados está mucho más alta, hacía más de dos años que no estaban tan animados, tan dispuestos a luchar. Después de todo nosotros estamos aquí para evitar que entren los atacantes, no para sacrificar soldados inútilmente. Debemos mantener un delicado equilibrio entre la seguridad de la ciudad y la gente que mandamos fuera, ya que si siempre cerramos las puertas, los soldados tendrán la sensación de que no son sino sacrificios humanos a los que mandamos a una muerte segura y no lucharán, no querrán salir. Por eso no existen leyes fijas, por eso estamos nosotros, para que siempre que sea posible, los salvemos, aunque eso suponga correr un pequeño riesgo. Esa es nuestra función. Tenemos que evaluarlo.

EvaluadoresWhere stories live. Discover now