Capítulo 11

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—Exijo saberlo —estaba diciendo el Sr. Nersan al día siguiente.

      Llevaban media hora de reunión y ningún avance ya que, según la normativa, durante las reuniones las ciudades proponía por turno un tema que se debatía hasta que todos declaraban no tener más temas de interés. Sin embargo, el Sr. Nersan, para sorpresa de todos, pidió que se hiciese un informe sobre los pozos y la cantidad de agua que disponía cada ciudad y como la distribuía y, como era de prever en sus herméticos hermanos, Liniven se negaba en redondo a dar esa información.

—No —repitió el Sr. Medkiavar inflexible—. No es un tema abierto a discusión. Aun cuando el consejo decidiese que se debe dar, lo desobedecería.

—¿Lo desobedecerías? —Le preguntó el Sr. Nersan escandalizado—. ¿Una orden del consejo?

—La cantidad de agua de la que disponemos en Liniven sólo es asunto nuestro.

—¿Y los demás miembros qué opinan? —Preguntó el Sr. Flearen, intentando encontrar una salida a una situación tan absurda.

—Yo me opongo a la petición del Sr. Nersan —declaró el Sr. Exeb y todos se volvieron hacia él sorprendidos ya que aunque Absad envidiaba a las ciudades del centro, también se sabía que siempre se ponía de su lado en espera de recibir ciertos favores—. No pienso decir la cantidad de agua de la que disponemos, es ridículo.

—¿Nacorus? —Le preguntó el Sr. Flearen.

—Si es necesario —contestó la aludida encogiéndose de hombros.

—¿Kortinal?

—Preferiría no tener que hacerlo.

—¿Xritt?

—Antes de contestar, me gustaría preguntarle al Sr. Nersan para qué quiere conocer esa información.

—¿Para qué? —Le preguntó el Sr. Nersan y ella asintió.

—Disculpad mi torpeza, pero por más que lo intento no llego a imaginar qué utilidad tiene esa información para el concilio. Se trata de un asunto interno, ya que el agua no se puede trasladar de una ciudad a otra, sería imposible incluso entre las tres ciudades más cercanas, y aun así, si ustedes lo desean, deberían hacer una reunión privada y negociar, pero para las ciudades del oeste y la del este es un sinsentido. La única utilidad que se me ocurre es que el concilio la use para tomar decisiones con respecto a la producción de alimentos interviniendo sobre el agua, pero cuando se realizó el primer concilio se declaró que eso era, indiscutiblemente, un asunto interno, ya que no afecta a las demás ciudades debido a que todos somos autosuficientes. Tan sólo se comercia puntualmente con algunos artículos que podríamos denominar "de lujo" debido a la imposibilidad de viajar. Por lo tanto, no alcanzo a entender el interés de Darnien en saberlo, y lo que es aún más importante, qué beneficios sacarían las ciudades que justifique esta pérdida de tiempo.

—El agua es vital —replicó el Sr. Nersan.

—Eso no contesta a mi pregunta —negó—. ¿Para qué todo esto? —Insistió y, después de un momento, el Sr. Nersan se sentó sin contestar.

—Si no hay ninguna objeción, pasaremos a la siguiente cuestión. Sra. Alnea —le pidió el Sr. Flearen levantándose.


      El resto de la mañana fue mucho más productiva y solucionaron diversos asuntos. por ejemplo, se establecieron acuerdos para que los curanderos fuesen a otras ciudades para aprender nuevas técnicas, así como oficiales para intercambiar estrategias. Kortinal les invitó a conocer un nuevo sistema de reciclaje de agua y ella les explicó sus nuevos sistemas de cultivo. En definitiva, durante los siguientes meses mucha gente iba a viajar para aprender y la calidad de vida en todas las ciudades aumentaría. Y sin tener que decir la cantidad de agua.

—Una mañana provechosa —comentó la Sra. Alnea a la hora de comer y ella asintió.

—Se han hecho muchos avances desde el último concilio. Debemos estar contentos.

—Tan sólo Liniven no ha aportado nada ni se ha mostrado interesada en ninguno de los descubrimientos.

—Cierto. tan sólo cuando Kortinal habló de su sistema de reciclaje, el Sr. Medkiavar prestó cierta atención.

—Y sin embargo no me ha pedido oficialmente venir a verlo —intervino el Sr. Enbrix uniéndose a la conversación.

—Ni lo hará —negó Aisdal—. Liniven nunca ha hecho intercambios, ni una sola vez en toda la historia del concilio.

—Ni hacen intercambios ni se relacionan con la gente de la ciudad. Me pregunto para qué vienen —murmuró la Sra. Alnea pensativa y Aisdal se encogió de hombros mientras pensaba que, aunque leyó sobre aquello, ella siempre lo había considerado imposible. Hasta ese momento.

      Realmente aquella gente no se relacionaba con nadie fuera de las reuniones a pesar de que las mujeres de aquel lugar estaban dispuestas a conocerlos mejor. En ese momento daría casi cualquier cosa por saber cómo se las arreglaba el Sr. Medkiavar para controlar a sus hombres en ese sentido. Porque en su humilde opinión aquello debería ser imposible, por más que al parecer fuese cierto.

—Por cierto, ¿y el Sr. Medkiavar? —Preguntó el Sr. Enbrix.

—No vendrá a comer —negó la Sra. Alnea—. Esa es otra característica de los representantes de Liniven. Nunca comen con los demás y nunca han dado ninguna explicación. Tan sólo se niegan sin más. No parecen tener ningún interés en estar con nosotros.

—Si no tuviesen ningún interés, no harían un viaje tan largo —señaló Aisdal.

—En cualquier caso, el no comer aquí no les ayuda.

—El que si aprovecha bien las comidas es el Sr. Exeb —señaló el Sr. Enbrix.

—Absad siempre ha buscado un aliado en las ciudades centrales para ganar influencia y Darnien es una buena opción —asintió Aisdal.

—En cambio la que no lo está haciendo nada bien sois vos —replicó la Sra. Alnea—. Cada vez que decís algo, os ganáis un poco más la enemistad de Darnien.

—¿Acaso vos estabais de acuerdo con lo que estaba proponiendo? —Le preguntó Aisdal.

—Desde luego que no —negó la Sra. Alnea—. Pero todos tuvimos la prudencia de no hacerlo enfadar. Todos excepto vos.

—No es Darnien lo que me preocupa. Está demasiado lejos, de manera que los acuerdos con ellos son inútiles y tampoco necesitamos su protección, ni la de ellos ni la de nadie y por si eso fuese poco, con los atacantes ahí fuera, todo lo demás es secundario. Hay muchas cosas que tratar.

—Hay que proponer partidas de exterminio —asintió el Sr. Enbrix—. Y decidir cuantos irán en cada una y qué zona cubrirán, no será nada fácil.

—Pero es la principal razón por la que estamos aquí —les recordó Aisdal—. Las situación está empeorando y eso significa que o hacemos algo y acabamos con ellos o ellos acabarán con nosotros.

—Tantos soldados —negó Sra. Alnea.

—No queda más remedio. Todos sabemos a qué hemos venido, ahora no podemos echarnos atrás.

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