VIII: Who could love you?

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Cuando despertó, lo primero que vio fue el semblante de Izuku dormido a su lado, sentía sus brazos envueltos alrededor de su torso, el calor era cómodo. La luz que se filtraba por la ventana y caía sobre el otro le entregó una bella imagen. 

Pero fue extraño. No era la primera vez que dormían juntos, lo habían hecho antes ya que tener a alguien a su lado le ayudaba a descansar mejor, y muchas veces se quedó observando a Midoriya dormir cuando despertaba antes. Pero el sueño que había tenido durante la noche le hizo sentir que el peliverde no era la persona a la cual quería ver al despertar. 

No recordaba el rostro del chico de sus sueños, tampoco su voz, o sus ojos. Solo la forma en la cual le hizo sentir. Cálido, absolutamente amado, seguro y tranquilo como nunca se sintió con nadie. Podía recordar su sonrisa; salvaje, autosuficiente y que trasmitía tanta confianza, pero que al mismo tiempo expresaba el absoluto amor que sentía. Esa sonrisa que era solo para él. ¿Cómo lo sabía? No estaba seguro, pero sentía que era solo suya. 

¿Quién podría amarlo tanto? Sabía que era estúpido, e incluso incorrecto, pensar en una persona que no conocía, pero la sensación de paz en su pecho no se iba. Cada vez que recordaba la persona de sus sueños esta volvía y se encontraba anhelandolo sin saber. 

Izuku despertó, atrapó su mirada y le sonrió. Sus sentimientos fueron mixtos. Una parte, la gran mayoría, se emocionó al ver tan bella sonrisa, y la otra susurraba que no era la que quería ver, que no podía compararse a aquella que soñó. 

Estaba mal. Tenía a su novio frente a él y estaba pensando en alguien que ni siquiera conocía o sabía que existía. Empujó los recuerdos de aquel sueño al fondo de su memoria, y se inclinó a besar los labios de Izuku. 

Un beso de buenos días se convirtieron en dos, luego en tres, y después perdió la cuenta. Olvidó a la persona con la cual soñó y se posó por sobre el cuerpo del peliverde, disfrutando de la tranquila risa ajena entre el beso. Sintió sus manos aferrarse a su espalda, el cuerpo bajo el suyo era cómodo, su calor también, y su pecho palpitaba con la tranquilidad a la cual se había acostumbrado.

No sabía por cuanto tiempo estuvieron solo besándose y acariciándose, pero no importaba. Era sábado, la mañana era cálida y la presencia de Izuku también. Podría estar así hasta que sintiera la verdadera necesitad de levantar o comer. 

Su teléfono sonó, pero decidió no atender. Muchas veces eran llamadas de parte de su padre, y aunque todo estaba mejorando, ignorarlo y burlarse de él siempre era buena opción. Pero el peliverde cortó el beso y lo alejó de su cuerpo.

—Deberías contentar —Todoroki volvió a besarlo, y aunque correspondió, lo alejó otra vez—. Shou, podría ser importante. 

—Seguro solo es mi viejo.

—O tal vez no —Se sentó, obligando al otro a alejarse—. Al menos ve de quién se trata. 

Suspiró, y decidió no discutir. Se alejó del peliverde y extendió el brazo hasta la cómoda, tomando el teléfono. Su dedo estaba listo para rechazar la llamada, pero respondió al notar que era Fuyumi. 

No tuvo ni siquiera la oportunidad de decirle hola, la chica habló inmediatamente. Izuku observó el semblante ajeno cambiar. La tranquilidad se esfumó y su rostro poco a poco se contorneó por la preocupación. Con el teléfono en mano se levantó, caminando hacia el armario y sacando la primera prenda que encontraba, no le importaba si se veia bien o no, no era momento para retrasarse. 

Escuchó la voz de Midoriya preguntar que sucedía, pero no podía responderle. Dijo a Fuyumi que estaría ahí en pocos minutos antes de colgar y terminar de vestirse, tomar un par de cosas y simplemente darle un beso en los labios al peliverde antes de salir de su habitación y de los dormitorios. 

Why are you so angry? [©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora