XIV: Lost in paradise

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—¿Quieres explicarme por qué tu madre vino con nosotros?

—Tu madre también está aquí, Suki.

Katsuki suspiró. De reojo, observó a las dos mujeres que seguían sus pasos alrededor del local; ambas con folletos en las manos, ignorándose, pero observando atentamente cada decorado señalado en las páginas sobre sus manos, levantando la cabeza o hablando solo cuando uno de los empleados indicaba detalles específicos que no estaban impresos en el catálogo por ser demasiado recientes. Cada una poseía su propio gusto y su propia opinión al respecto, siempre intentando anteponer lo que creían mejor por sobre la otra y, por supuesto, por sobre sus hijos.

¿Tan mal gusto poseían? Katsuki quería creer que no, quería pensar en que, con los años, su gusto en ropa o decoración mejoró, especialmente en su prometido. Por supuesto, ni Rei ni Mitsuki pensaban de esa forma. Si confiasen en ellos, no estarían ahí, escogiendo y discutiendo todo por sobre la elección de sus hijos.

Bien, podría preguntarle a Masami, quién caminaba por la tienda tomada de la mano libre de Shouto, si es que creía que ellos podían escoger todo por sí mismos, pero estaba seguro de que la malcriada niña le diría que apestaban en todo lo que tenía que ver con moda o decoración, así que era mejor que, simplemente, se resignara.

¿Por qué estaba ahí, a las diez de la mañana de su único día libre de esa semana, cuando podría estar en casa durmiendo? La recepción, la jodida necesidad de escoger un decorado en específico para la maldita recepción después de su ceremonia sintoísta. Katsuki no entendía la necesidad detrás de organizar cada detalle con tanta prontitud, después de todo, tendrían que esperar al año siguiente para casarse.

El templo que Endeavor había señalado como el indicado para la boda estaba ocupado en la fecha que el bicolor deseaba, pero no estaban apresurados por ello; esperar un año más para casarse parecía conveniente para el rubio. De esa forma, si algo salía mal o se retrasaba, no tendrían que estresarse a último minuto por los detalles. Aun así, su madre y suegra insistieron en escoger la decoración en ese momento. Si se tomaban el asunto con demasiada "calma", perderían al decorador ideal para la boda y si deseaban cambios a futuro, conseguirlos sería un absoluto caos que ninguna de ellas estaba dispuesta a vivir.

Claro, como si la jodida boda fuese de ellas, pensó Katsuki, y era injusto que no le permitiesen escoger ni un insignificante detalle de su maldito matrimonio, aunque de antemano supo que aquello sucedería. Una vez que se casara con Shouto, inevitablemente tendría que aceptar y escuchar las sugerencias de ambos lados de su familia. Entendía por qué Rei estaba ahí, acompañándolos, e incluso fue el primero en estar de acuerdo con ello y, muy en el fondo, quería que tanto su madre como su suegra estuvieran conformes con los arreglos para la ceremonia.

¿Dónde quedó ese lado suyo al que le importaba una mierda lo que opinara el resto? No tenía ni puta idea, pero desde la misión estaba un poco más atento a lo que el resto comentaba sobre sí mismo o sobre lo que decían por el cuidado que le estaba dando a Shouto.

No era suficiente, sabía que no era suficiente, pero estaba intentando de todo para regresar a la "normalidad" en la que vivía antes de la misión. Quería ese equilibrio más para sí mismo que para Shouto y, cada vez que pensaba en ello, la culpa lo invadía.

El empleado que guiaba el recorrido por el local seguía hablando, Katsuki no le estaba prestando atención. Miró de reojo a Shouto, sus iris bicolores fijos en el hombre que indicaba un decorado de flores, estampados y más, pero tampoco estaba atento. Sus ojos rubíes se posaron en las bolsas oscuras que no desaparecían, en su expresión distante, tal vez pensando en algo o manteniendo la cabeza en blanco mientras fingía escuchar lo que Masami murmuraba intentando llamar su atención.

Why are you so angry? [©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora