XVII: Sorrow looks back

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No era real. No se sentía real. No estaba sucediendo, solo era un mal sueño. Sí, seguramente solo era eso. Seguramente se excedió aquella noche con el medicamento para dormir y estaba dentro de una pesadilla muy profunda, pensó Shouto, y no pudo encontrar otra razón para justificar lo que su cabeza se negaba a comprender.

Sí, era un sueño, un mal sueño, se dijo a sí mismo.

Aún estaba en la cocina, sentando en un rincón, apoyando la espalda contra uno de los muebles que guardaba todos los utensilios. Las rodillas flexionadas y tan cerca a su pecho; las manos cubriéndole el rostro pero los dedos separados los unos de los otros dejando que sus ojos vacíos y quietos miraran el ambiente que quería creer no era real.

El olor al desayuno seguía alrededor; su dulzura, su calor, pero poco a poco desaparecía. El rastro se atenuaba tan rápidamente como la fragancia natural de Katsuki que siempre pudo sentir en cada rincón del departamento e, incluso cuando se marchó durante seis meses al extranjero por trabajo, el aroma nunca desapareció, pero ahora... Se desvanecía, casi burlándose de él y de todos los errores que había cometido una y otra vez con o sin querer.

Katsuki, Katsuki... ¿Dónde estaba?, ¿por qué no estaba ahí? Volvería ¿no? Tenía que volver, este era su hogar, de ambos, el lugar en el cual vivieron durante cinco años y que dejarían juntos una vez se mudaran a la casa donde comenzarían su nueva vida. No podía tirar todo por la borda ¿o sí? Era echar a la basura muchos años, muchos planes y metas.

Katsuki debía regresar. Toda su vida estaba en aquel departamento. El pasado y el futuro de ambos estaban entrelazados y no podía destruirse tan fácilmente por una pequeña discusión. Quería despertar en su cama, con el rubio a su lado, con la luna iluminando el firmamento en lo alto y dejándose ver a través de los cristales de la ventana de su cuarto; recordándole que todo estaba bien en su vida, su relación, su propia cabeza...

Solo se estaba engañando a sí mismo, queriendo convencerse para aligerar la angustia, pero era tan grande y tan real que se negaba a dejarse hacer pasar por una mentira. No fue una pequeña pelea, no fue algo que pudiera solucionar con un simple "lo lamento, no volverá a repetirse". No era tan fácil incluso si deseaba que lo fuese. Katsuki no iba a regresar, no tenía motivos para hacerlo. Él, la relación que mantuvieron durante siete años, ya no era razón suficiente para soportar tanta presión que no le correspondía llevar.

Las lágrimas se acumularon rápidamente y dejó escapar un suave sollozo que se expandió por la habitación. Pero antes de que dejase la lluvia caer, llamaron a la puerta y parte de la angustia que sentía se disipó. La más mínima llama de esperanza resplandeció junto a las miles de ideas que corrieron por su cabeza mientras se levantaba y se apresuraba a la puerta.

Katsuki salió sin llaves, pensó, y observó las del rubio junto a las suyas en uno de los muebles de la sala. Si existía una segunda oportunidad, la tomaría. Haría todo diferente, empujaría cada uno de sus pesares y problemas a lo más profundo de su mente y centraría su atención solo y en el rubio. Pero incluso esa idea estaba mal, y una segunda oportunidad nunca existiría mientras siguiese pensando de aquella forma.

La tenue sonrisa y las palabras de alivio que quería mascullar se desvanecieron cuando abrió la puerta y, en vez de los iris rubíes, observó los ojos de platino que heredó. Su expresión se tornó decepcionada y Rei observó a su hijo con confusión.

—Cariño, ¿qué sucede? —cuestionó, pero Shouto no respondió.

Rei lo abrazó, intentó corresponder el gesto pero le fue imposible. En cuanto la mujer lo dejó ir, volvió a alejarse y se encaminó hacia la sala de su departamento. Todo se sentía tan vacío, pensó al sentarse en el sofá y observar, por primera vez en mucho tiempo, todo lo que le rodeaba.

Why are you so angry? [©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora