IX: Their names

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Salieron del departamento cuando el crepúsculo estaba en su máximo nivel. Incluso los tonos cálidos del cielo no fueron suficientes para entregarles la ilusión de calidez entre el frío invierno, pero aquel detalle era lo de menos. Importaba las luces, la forma en que los tonos rojizos y anaranjados manchaban ese blanco puro.

A Katsuki le gustaba más ese paisaje lleno de color, mucho más que el simple y liso blanco que a Shouto encantaba. También, por supuesto, prefería el calor, pero ante la propuesta del bicolor no encontró una buena excusa para decirle que no, solo la idea presente de que hace mucho no salían ni siquiera a caminar alrededor de su vecindario, mucho menos a una cita.

Hacía frío, sí, pero se aseguró de vestirse con las prendas más cálidas que poseía y, por supuesto, caminar al lado izquierdo de su novio. En cuanto salieron de su edificio y caminaron sin un rumbo fijo, Shouto tomó su mano y entrelazó sus dedos. Incluso a través de los guantes, sintió el calor de su palma subir por su piel y extenderse por todo su cuerpo. El frío ya no se sentía tanto, pero el silencio permanecía.

Shouto caminó siempre con la vista en lo alto, sin soltar su mano, pero sin dirigirle ni una mirada ni una palabra. Seguía sumido en sus pensamientos, en una profunda reflexión que incluso para él, después de años de vivir a su lado, no podía descubrir que era aquello que daba vueltas en su cabeza. Solo podía esperar, esperar a que el propio hombre decidiera compartir lo que pensaba o quedarse con la curiosidad para siempre.

Si Shouto no quería hablar no lo obligaría, incluso si quería saber qué le sucedía. Tal vez ahí estaba su error, no preguntar, no parecer interesado en cómo su novio se sentía o que le hacía pensar más de la cuenta.

Se preocupaba por él, mucho, pero jamás fue bueno con las palabras. Realmente, ninguno lo era, y hasta ese momento nunca hubo problema. Se entendían con solos señas, con solo miradas, con solo el silencio. No creyó que llegaría el día en que aquel único lenguaje que poseían comenzaría a ser insuficiente. Era deprimente, decepcionante...

— Ah, nos alejamos bastante— masculló Shouto desde la nada misma—. ¿Dónde estamos?

Bakugou distó sus pensamientos al escucharle y le prestó atención. Miró a su alrededor y sí, Shouto tenía razón. No reconocía esa área tan urbana.

—No tengo ni puta idea, pero volvamos caminando en línea recta.

—No, está bien. —Se detuvo—. Parece un buen sitio para... Hablar.

—¿Qué hay que hablar? —inquirió el rubio, sin dejar ver su inseguridad.

Shouto no respondió, volvieron a caminar, aún de las manos, y Katsuki resistiendo el impulso por exigir razones.

Los iris bicolores miraban el camino, miraban el cielo que se cubría del azul de la noche cada vez más profundo. Hacía frío, pero al más mínimo estremecimiento de su cuerpo, su novio le envío calor.

Estaban lejos de los edificios. Las viviendas a su alrededor eran casas en su totalidad; de dos pisos, de colores que a la luz del día se veían brillantes y en esos momentos se tornaban oscuras y pálidas. Las ventanas dejando pasar las luces del interior al exterior, había un suave ruido que venía desde cada hogar, producto de las familias que se protegían del frío de la noche, acurrucados o no cerca de las chimeneas, dándole a la pareja el preciado momento para pasear sin nadie a su alrededor más que la nieve y la tranquilidad de la penumbra.

La nieve se extendía por todas partes, incluso en la punta de las farolas que iluminaban el camino. Siguieron dando pasos un poco más y, cuando un pequeño parque para las familias de aquel barrio apareció frente a sus ojos, Shouto lo jaló hacia él. Como un jodido niño, pensó Katsuki, pero no pudo evitar sonreír.

Why are you so angry? [©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora