XXIV: I can see our future

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Los suaves besos sobre su rostro y la luz del sol sobre los párpados le despertaron poco a poco. Aún así, se negaba a salir de ese mundo de ensueño tan cómodo y apacible.

Dio un quejido. Sus brazos se envolvieron una vez más alrededor del cuerpo que durmió junto a él la noche anterior y todas las pasadas, y lo obligó a volver a recortarse para así él descansar la cabeza sobre su pecho desnudo.

Escuchó la risa oculta detrás del resoplido exasperado, las manos que acariciaron su rostro quitándole el cabello de sobre los ojos y la voz tranquila, como nadie más podía escucharla, a esa hora de la mañana.

—Shouto —llamó Bakugou, entremetiendo los dedos en el cabello bicolor—. Oye, es hora de despertar.

Shouto dio un quejido somnoliento. Su rostro se ocultó contra el pecho ajeno, respirando suavemente de la fragancia dulce que, sabía, no debía olisquear demasiado, pero en ese momento sentirse mareado por la nitroglicerina le daba igual. Después de todo, esta solo era más fuerte en las palmas del rubio que en el resto de su cuerpo; donde el aroma era más débil y no perjudicial si decidía intoxicarse de él, como descubrió después de un tiempo de noviazgo.

—Cinco minutos más, Tsuki... —pidió. Su sonrisa perezosa se extendió al escuchar el tenue tono de timidez e ira en la voz ajena.

—Mierda, no me llames "Tsuki".

—Si te llamo "Kats" sonará como si fueras un gato —El bicolor acomodó su cabeza bajo el mentón ajeno—. Ojala fueras un gato...

—Ojalá no usaras el mismo jodido apodo que mi viejo. —El rubio suspiró—. Ya, suelta, hay que levantarnos, hoy es la graduación.

Cierto, era 15 de marzo, el día de su graduación.

Katsuki se movió del futón y lo obligó a despertar. Mientras el rubio salía de este, buscando la camiseta que se quitó durante la noche anterior por el maldito calor, Shouto se sentó lentamente y alejó los restos de la somnolencia que permanecían en su consciencia; masajeándose la cabeza, mirando con ojos entrecerrados a su novio moverse por su habitación y mascullar algo sobre él usar primero el baño, y una suave amenaza para que no volviera a dormirse.

En cuanto la puerta de su baño personal se cerró, el bicolor volvió a echarse sobre el futón. Perezosamente, acarició el collar alrededor de su cuello; aquel colgante en forma de sol que Katsuki encontró en la playa y le dio.

No podía creer lo rápido que esos últimos tres trimestres pasaron y, junto a ellos, su relación con Katsuki cumplió más de un año.

Después de regresar al hotel aquel día hace meses atrás, cuando sus compañeros de clase los vieron entrar al recinto con las manos entrelazadas, las felicitación se resumieron a: "¡Al fin!", "¡Ya era hora!" y "¡Llevó esperando años que suceda esto!", lo último de parte de Ochako que, sin siquiera dudarlo y casi al borde de las lágrimas, los abrazó y felicitó. A ese abrazo se sumó rápidamente Kirishima y todo el resto del squad del rubio.

Los primeros dos meses fueron buenos, ambos sobre una nube y descubriendo plenamente lo que sentían el uno por el otro. Besándose en cada momento que encontraban, entre los recesos de las clases, en un rincón del gimnasio, detrás del dormitorio donde la hierba volvió a crecer; siempre alejados del resto del mundo, pero no porque negaran su relación, toda la maldita UA lo supo en cuanto el tercer año inició, solo que les gustaba mantener todo entre ellos. Disfrutar de la privacidad.

Y así con todo lo bueno, también había una parte mala.

No estuvieron exentos de problemas, discutieron más de una vez como cualquier pareja; nunca sobre inseguridades o dudas en su relación, pero si sobre estupideces que, si no fueran tan tercos u orgullosos, rápidamente hubiesen resuelto. Pero bien, lo eran, ambos sabían que ese era su mayor defecto y en el cuarto mes de noviazgo tuvieron una discusión lo bastante grande como para no hablarse durante dos semanas.

Why are you so angry? [©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora