Why are you so angry? [©]

XII: Take me home

Cuatro de la mañana de un miércoles. El cielo se mantenía oscuro en su totalidad, la tierra cubierta por la nieve y la ciudad seguía dormida. Las calles estaban casi totalmente vacías, las únicas luces que se podían apreciar venían desde cada poste de luz o de los cinco vehículos que en fila recta se movían cambiando de carretera hacia aquella que los llevaría hacia la región siguiente.

La mitad del grupo principal de héroes se movía en la segunda camioneta negra de la hilera de cinco. Al frente iba una patrulla policial y al final una que transportaba a paramédicos y equipo de primeros auxilios. Los motores no hacían ruido, las ruedas giraban delicadamente contra el pavimento medianamente congelado. La calma los envolvía, abrazaba y aumentaba la ansiedad.

El interior de los vehículos se mantenía con una temperatura agradable para los pasajeros de la parte posterior, además la falta de ventanas ayudaba a conservar el calor, pero de todas formas se repartió café caliente para cada uno. Shouto no lo necesitaba, aun así aceptó la taza. No había dormido bien las dos noches anteriores y no quería que su falta de descanso afectara a su rendimiento; ingirió la bebida sin agregarle azúcar.

— ¿Qué demonios? — Escuchó a su lado y sus iris bicolores se posaron en su prometido a su izquierda—. Hay crema y azúcar para el maldito café, Shou.

Le sonrió. Katsuki estaba casi acurrucado contra su lado izquierdo. Si estuviesen solos en esa camioneta, sin duda el rubio dejaría caer la cabeza contra su hombro, pero no eran los únicos ahí.

Frente a ellos, Ochako y Eijiro dormitaban. Junto a sus amigos había otros dos héroes que no conocían en nada, además de un par de oficiales que se sentaba al lado derecho de la hilera en la cual ellos estaban. En la parte frontal del vehículo, en el asiento del copiloto, Hawks viajaba y podían escucharlo hablar por teléfono con Endeavor; corroborando una vez más la información que poseían para la misión.

La misión... 

En unas horas más, el operativo iniciaría. Shouto no sabía cómo sentirse. Había pasado mucho tiempo desde que estuvo en una misión tan grande y compleja, y aunque se sentía tranquilo por el equipo que tenía a su alrededor, una parte de él continuaba repitiendo su deseo de no estar ahí.

Pero no podía escapar. Tenía un deber cívico, un trabajo como héroe que debía realizar incluso si sentía que, de solo pensar en lo que pudiese suceder, sus manos temblaban. Por ese momento podía relajarse, pensó, debía relajarse. Estaba en el vehículo, aún a muchos kilómetros de la zona de la misión, junto a su prometido hablando sobre por qué no endulzó su café y mirando a sus amigos dormir pacíficamente como si el infierno no fuese a desatarse pronto.

— Su sabor no era tan amargo, creo que era más agua que café — Mintió Shouto. Era muy, muy amargo—. De todas formas, amor ¿aún tienes frío?

— No tanto — murmuró, y disimuladamente se inclinó más hacia el bicolor—. Pero sería muy jodidamente idiota de mi parte no aprovechar que mi novio es la mitad de un calentador.

Se sonrieron mutuamente, mirándose a los ojos, olvidándose del mundo por un segundo. Querían una eternidad, pero el tiempo seguía corriendo y no iba a detenerse solo para que ellos pudieran mirarse con el profundo amor que poseían.

Sintieron que la camioneta se detenía por un momento, pero rápidamente comenzó a avanzar otra vez. Un cruce, un semáforo que los detuvo brevemente, intuyeron, y no tenían forma de saber cuántos kilómetros ya habían recorrido o donde estaban exactamente, pero tal vez ese pequeño momento de ignorancia era lo mejor.

Teniendo a Katsuki más cerca, Shouto dejó fluir un suave calor desde su cuerpo. Escuchó el bajo y casi imperceptible quejido de gusto que su prometido produjo en el interior de sus cuerdas vocales. Los cabellos rubios, tan desordenados como siempre, le rozaron parte del mentón. Adivinó que su novio decidió mandar a la mierda si recibían o no atención por su actuar tan doméstico y dejó caer la cabeza contra su hombro.