IX: Field of roses

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Los fuegos artificiales explotaron en el firmamento y dentro de su alma. Las emociones se extendieron: aquellas que nacían, aquellas que recordaba y a las que dejó de prestarle atención. Se sentía tan nuevo, pero al mismo tiempo era el calor agradable que conocía desde hace mucho tiempo. 

Era tan dulce y a la vez tan amargo. Era lo que había estado esperando gran parte de su vida, era lo que soñó tantas noches, lo imaginó una y mil veces; como se sentiría, sería igual a antes o diferente. Sin duda era diferente, el sentimiento era más potente de lo que podía recordar, más profundo y más doloroso. Sintió que podría llorar. 

Llorar de impotencia, de rabia y frustración. 

Fue difícil, las manos le temblaban, pero las apoyó contra el pecho ajeno. Ignoró aquella voz que le gritaba acercar más al chico a su cuerpo, corresponder su beso, dejarse guiar por el anhelo que guardó durante tanto tiempo; y lo empujó lejos. 

El frío los envolvió, el vacío y los fuegos artificiales perdieron su color; no había más que una tenue penumbra. Se miraron fijamente a los ojos, uno sorprendido, otro molesto. Jamás fue tan doloroso observar los iris bicolores, jamás odio tanto su silencio como hasta ese momento; sin entender que sucedía, porque lo observaba como si sintiera algo, porque volvían a jugar con el desgastado corazón que intentaba repararse. 

Quería gritar, quería maldecir y dejar que la ira lo guiara, pero esta era mínima. La tristeza era mayor, heló el fuego en su pecho, enfriando su piel desde el interior, hizo a su voz un susurro; lamentable, demasiado suave, desolado. 

—¿Qué demonios estás haciendo...? —masculló, la mirada de Todoroki se tornó preocupada. No quería ver esos ojos—. ¿Qué sucede contigo? Tengo un jodido novio.

Notó un brillo de dolor en los iris contrarios, pero no podía preocuparse por ellos en ese momento. Estaba seguro de que el pecho le dolía mucho más a él.  

—Lo sé—respondió Shouto, en un susurro tan bajo como el suyo.

Su voz reflejaba la tristeza, pero no había arrepentimiento en ella por lo hecho. Aquello no hizo más que enfurecer al rubio. ¿Qué demonios pasaba por su cabeza? ¿El beso era solo una maldita broma para él? 

—No me respondas un "lo sé"...—masculló, apretó los puños y la voz se elevó de golpe—.  ¡Un jodido "lo sé" no me explica qué pasa por tu maldita cabeza! 

—Bakugou... 

Todoroki intentó alcanzarlo, tomar su mano otra vez, pero fue rechazado. Su diestra fue desviada de un manotazo, pero el golpe en su corazón dolió más.

—¡No me toques! —Katsuki temblaba de pies a cabeza, la vista acuosa y desenfocada, la respiración agitada—. ¡¿Qué demonios sucede contigo, ah?! 

Los iris heterocromáticos se desviaron. Miraron hacia un lugar lejano, pero no estaba a su alrededor, sino en su interior. 

La duda reflejada en el rostro de Todoroki no hizo más que impacientar al rubio. Dolía, dañaba no tener una respuesta concreta a ese beso que esperó durante tanto tiempo. Le hizo pensar que no era más que un juego para el bicolor. Un impulso absurdo. Una maldita broma.

—¡Di algo,hijo de-!

—Me gustas —El rubio perdió la voz, y la confesión volvió a resonar en el silencio, suave, directamente desde la profundidad del corazón—. Bakugou, me gustas...

Había esperado tanto por esas palabras, soñó con ella, su corazón se rompió cuando las escuchó dirigirse a alguien más, y ahora que le pertenecían se sentían tan dolorosas. Espinas filosas de rosas bicolor clavándose en su piel, brotando la sangre desde heridas que no existían, pero que lo hacían sufrir más que las reales.  

Why are you so angry? [©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora