Capítulo 17: LA VIDA JUNTOS: Convivencia

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Lali y Peter ya comparten casa. Están acomodando las cosas más importantes que cada uno trajo de casa de sus padres para tener en ese, su nuevo hogar juntos. Y los criterios de prioridades y gustos, comienzan a salir a la luz, cuando Lali pregunta - Amor... ¿Qué es esa bolsa?

- ¿a ver?... ahhh... son mis Playmobil.

- ¿Qué?

- ¿No sabés lo que son los Playmobil? Son unos muñeq...

- ¡Sí sé lo que son Peter!... pregunto ¿Qué hacen acá?

- Pufff... es uno de mis tesoros más preciados. Los guardo desde que tenía 9 años y ahora que tengo mi casa los voy a poner en una vitrina con puertas de vidrio.

- ¿Queeeeeee?... Peter... ¿Qué fumaste? No vamos a tener esos muñequitos en ningún lugar visible.

- ¿Queeeee?... Esto es mi infancia Lali... si me das un rato me pongo a jugar como cuando era chico.

- Peter por favor... estamos armando nuestra casa, tenemos todo nuevo, impecable ¿y vos vas a exhibir esos muñequitos mutilados?

- Esos me los agarró Patan, el perro que teníamos en esa época y se los comió un poco... pero yo los guardo igual... Mirá... ¡estos son los de la nave espacial!... ¡ayyy a este le falta la peluquita! No importa... lo quiero igual...

- Peter, si no guardás todos esos muñequitos o donás ya, los que estén sanos... al que le vá a faltar la peluquita es a vos...

Habían vuelto de la luna de miel, 15 días en México. En la Riviera Maya. Visitaron Tulum, Playa del Carmen, Cancún y como prefirieron ir sin un tour que los lleve de aquí para allá y armarse el viaje ellos, estuvieron 3 días en Isla Mujeres y 3 en Cozumel.

En esa estadía, hicieron cuanta actividad se les puso a tiro. Navegaron, hicieron parapente, Kite surf, nadaron con delfines, alquilaron motos de agua y Kayaks, anduvieron en bicicleta y también hicieron caminatas interminables por la playa.

Cenaron en hoteles de lujo y también sanwichitos tirados en la arena, sólo a la luz de las antorchas. Y hasta se dieron el lujo de repetir sesiones de sexo playero, como en los veranos de Cariló.

Viajar para ellos era placer puro, y ahora recién casados disfrutaban de saber que cuando volvieran, ya se irían a vivir a su casa.

El departamento en el que viven, fué un regalo de Sara y Jorge. Bueno... de Sara. Ella como Lali fue hija única, y sus padres, dos italianos que llegaron a Argentina de muy pequeñitos, forjaron una pequeña fortuna en propiedades. Compraron inicialmente un terreno en Villa Urquiza, donde hicieron el chalet en el que se crió Sara y que Lali sólo disfrutó de muy chiquitita.

Y luego, los terrenos de Cariló, cuando era un paraje a kilómetros de Pinamar, inhóspito y desértico.

Cuando el abuelo de Lali falleció, ella aún no había nacido, y a pesar de que Sara quiso que su madre se fuera a vivir con ellos, la abuela quiso quedarse en el caserón de Villa Urquiza.

A los pocos años, cuando Lali tenía tan sólo 4 añitos, la abuela también murió y el chalet quedó vacío.

Entonces Sara esperó un buen momento para venderlo y guardó el dinero porque según la voluntad de sus padres, esa casa sería para Lali cuando se casara.

Durante años se guardó ese dinero en dólares, ¡Y lo bien que hizo! Así que en 2001, cuando el dólar pasó de estar a $1, a casi $5. Decidieron comprar un semipiso en Avenida del Libertador al 3500 con muchas reformas que hacer, pero inmenso y con cochera, ubicado en una zona increíble de Buenos Aires. Frente a los lagos y bosques de Palermo y desde donde se veía el río de la Plata a lo lejos.

Una vez más...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora