Capítulo 35: Hablar a tiempo

1.2K 57 21
                                    

Muchas cosas nos pueden llegar a desequilibrar tanto, que cuando suceden, llegamos a desear dormirnos en un sueño tan profundo, que nos haga olvidar todo, y despertarnos cuando todo haya pasado. El letargo, es un modo de evadir ese momento que nos causa dolor o temor... que no queremos enfrentar.

Otras en cambio, nos cambian tan radicalmente el eje de nuestro sistema, que nos sucumben haciéndonos salir disparados de nuestra propia galaxia, como meteoritos sin rumbo que vagan por el espacio a miles de kilómetros por hora, esperando la colisión con algo que los frene.

Poniendo a prueba la sagacidad de mis lectoras: ¿Con cuál de estos dos grupos de personas creen que se identifica nuestra amiga Laura?

Pues sí... Laura está rodeando a Aurora, en el living pequeño y desordenado de su humilde casa de Boulogne. Agarrándose la cabeza y llorando, como un meteorito viajando a miles de kilómetros por hora por la galaxia, esperando que la colisión la frene.

Pero quiere salir corriendo a buscarlo... quiere saber más... tanto que ni siquiera se imagina cuanto quiere saber, ni cómo.

- Tranquila Laura... ahora más que nunca necesitas calma...

- ¿calma?... ¡calma!... tengo 26 años... llevo 10 queriendo saber de dónde vengo... Es muy triste vivir engañada Aurora... quizá para vos que tuviste una vida normal, donde nadie en tu familia ocultó nada de lo que sentía, donde nadie se murió dejando un tendal de dudas, de mentiras, quizá para vos es fácil... ¡pero para mí no!... para mí esto es como si estuviera naciendo a los 26 años... como si hubiese estado en una burbuja durante este tiempo... y ahora se hubiese explotado, y lo que me rodea, es totalmente ajeno.

- Laura... vos tenés una vida, llegaste hasta ahora criada de la mejor manera que quién te crió, pudo hacerlo...

- ¡Nadie nos enseña a ser padres!... y te puedo asegurar que tu madre hizo lo máximo posible por darte lo mejor... ¡no reniegues de tu vida hasta hoy!... es la que te tocó...

- "La que me tocó"... "La que me tocó"... -y lo susurra repetidas veces como si no quisiera aceptarlo... y es que no quiere aceptarlo, porque es cruel lo que le tocó.

Laura repasa una y otra vez lo que Aurora le dijo: - "Se llama Alberto... tiene 63 años y vive en Chacarita...", "¡No estás sola Laura!... tenés 2 hermanos... ¡dos varones!"- Las palabras le taladran la mente, no puede pensar en otra cosa.

Aurora se levanta, un poco temerosa, cree que ya hizo todo lo que podía hacer por ella, y realmente siente una liberación absoluta. Ya no se plantea si Estela, la difunta madre de Laura, le va a venir a interrumpir el sueño por las noches. La decisión que Estela tomó en su momento, fué la que creyó conveniente para ella, y quizá también para la pequeña... pero ahora es el tiempo de que Laura decida. Y lo que nunca, bajo ningún concepto se le puede negar a nadie, es tener la chance de poder elegir como y que hacer de su vida.

Aurora se despide de ella con un abrazo, pero Laura continúa inmutable, casi inerte.

- Alberto Sierra... 63 años, vive en Chacarita, del lado de afuera... (NOTA DE AUTORA: es un chiste que se suele hacer, porque en el barrio de Chacarita, está uno de los cementerios más famosos de Buenos Aires, junto con el de Recoleta. Aurora le comenta eso, dándole a entender que Alberto está del lado de afuera, o sea vivo).

- Por esa época tenía una ferretería, y dos chicos... dos varones, uno que ahora tendrá casi 40 y otro de treinta y pocos.

- No sé más... sólo que quería verte, pero no lo dejaron.

Y en ese "no lo dejaron"... que a Laura le llena los ojos de lágrimas, hay tanta frustración, tanta rabia, tanto dolor, porque es la diferencia entre haber tenido una vida normal... y eso que ella tuvo...una mierda vacía.

Una vez más...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora