Capítulo 56: La era de aceptarnos

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La paz familiar de la que en muchas ocasiones, la gran familia de Lali y Peter habían gozado, hoy era una utopía lejana y difícil de alcanzar.

Todos más o menos estaban shockeados y dolidos por la forma de reaccionar de Gastón.

Los más afectados eran María y Beto, y por extensión todos alrededor.

Laura le llegó a decir a Beto que ella se abría... se retiraba de la escena. Que no quería ser un estorbo, ni la responsable de que su hijo no le hablara.

A lo que Beto respondió que dejara pasar un tiempo, que a Gastón ya se le pasaría.

Pero María no pensaba lo mismo. Ella visitaba a Gastón en su casa, porque quería ver a Lupe, y Rocío era quien llevaba a la nena a casa de sus abuelos, para que Beto también pudiera verla.

Por suerte a eso, su hijo no se había negado.

Una tarde Laura apareció después del trabajo en casa de su padre con un sobre.

Beto se siente sorprendido y le pregunta - ¿Y esto?

- Es el formulario que tenemos que llenar los dos para la prueba de ADN, quiero que la hagamos.

- Laura, nadie necesita esto...

- Yo sí... yo si la necesito. Mirá... yo estoy acostumbrada a perder, nunca me había pasado esto de tener tanta felicidad seguida. Y aunque se moriría una parte de mí... podría agarrar mis cosas y dar la vuelta, y volver a la vida que siempre tuve...

- Sería como darle a un nene un juguete y luego quitárselo... pero lo haría si eso te hace recuperar lo que tenías. Yo estoy acostumbrada a no tener a nadie... pero ustedes no.

- Pero también tengo dignidad... y no es por refregarle en la cara a nadie que somos familia... ¡pero quizá sí!... entonces me interesaría que hagamos esto.

- Laura... los dos sabemos que sos mi hija... no hace falta demostrar nada a nadie.

- Sí, ¡SI!... quiero demostrarlo... quiero gritarle al mundo que no hay dudas de que tengo a mi Papá conmigo... ¡es lo primero de lo que puedo hacer alarde en mi vida! Nunca me pude jactar de nada... de ser una buena alumna, de tener un padre que me quisiera, de que mi abuela incluso me quisiera... ¡nunca pude presumir de nada!, ni siquiera de tener un título universitario.

- Durante muchos años, no pude creerme ni yo misma que era una buena persona... porque estaba llena de odio, de rencor, de resentimiento... Entonces ahora que puedo darme el lujo de decir que tengo un padre... ¡QUIERO HACERLO!

Beto la mira con lágrimas en los ojos y ella lo abraza. – Está bien hija... vamos a hacerlo-

- ¡GRACIAS, Pá! – y los dos se emocionan, porque es la primera vez que puede verbalizarlo. Está abrazada a su papá, a lo único que tiene en el mundo, ahora.

María sufre. Sufre por la apatía de Gastón, sufre por todo el dolor que está transitando su familia... sufre por las mil vueltas que ahora tienen que dar para verse, pero si hay algo que la calma, es saber cómo es Laura.

Laura no es nada de todo eso que dijo Gastón. Laura es un alma resignada al sufrimiento. Entonces todo aquello que la vida le regale en forma de caricia, para ella es eso... UN REGALO, y María no se lo vá a negar... por el contrario, vá a tratar de descubrir ella también un nuevo vínculo de la mano de Laura.

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En lo sucesivo, Gastón habló con Lali y le pidió disculpas, y también a Allegra porque no iba a participar, ni tampoco iba a ir al cumple.

Una vez más...Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt