Capítulo 53: Una oportunidad...

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Son las 20:10 de una noche fría de principios de junio.

Beto les pide a sus empleados que bajen las persianas de la ferretería un rato antes de las 20:30, porque hoy tiene que disponer de un rato más de tiempo antes de la cena.

Los despide hasta el día siguiente y cierra con candados como cada día el local familiar. Cierra la puerta del costado que comunica con su casa, y el largo pasillo de la antigua vivienda de su niñez, le indica el camino hasta la cocina en la que se criaron sus dos hijos reconocidos, Gastón y Agustín.

El olorcito a puchero lo recibe incluso antes de entrar y María revuelve la olla mientras mira el noticiero.

- Ayy... ¿tan temprano Beto? ¿Qué pasó? ¿Te sentís bien?

- Sí... quería venirme antes para acá.

María lo mira con desconfianza, ese síntoma puede significar dos cosas, y ninguna de las dos es buena. O no se siente bien de salud... o necesita decirle algo.

Y tantos años al lado de alguien no pueden ser en vano, porque María no se equivoca. Hay algo importante de que hablar.

- Le falta un ratito a la verdura... ¿querés que te corte un pedacito de queso para picar hasta que esté?

- No... quiero que te sientes acá, necesito decirte algo Mari.

María deja el repasador sobre la mesa y se sienta. Con una astucia apabullante le sirve vino y se sirve ella pero no le pone soda, como habitualmente.

- ¿Qué pasa Beto?... largá con el misterio que nos conocemos...

Beto se pasa las manos por la cara con nerviosismo. María bebe un trago de vino puro, como para tragar lo que viene.

- Tenías razón... nunca abortó. Y nunca se fué a ningún lado.

María no lo mira, y en cambio sostiene el vaso de vino entre sus manos y lo hace girar apenas sobre el mantel de hule floreado.

Asiente con la cabeza y se le empiezan a caer las lágrimas. Se las limpia con resignación y toma otro sorbo de vino.

- ¿La encontraste?

- Sí...

- ¿Se parece a la madre?

Beto asiente con lágrimas en los ojos...

- traela... quisiera conocerla.

Beto la mira con los ojos cargados de lágrimas y remordimientos – No tenés porque hacerlo Mari.

- Quiero hacerlo... es tu hija, a la madre no... pero a ella me gustaría conocerla.

- La madre murió hace dos años y medio. Yo la encontré poco después de casualidad, es compañera de trabajo de Peter.

María, a pesar de la entereza que muestra, se asombra un montón ante semejante casualidad.

- ¿Cómo sabías que no la había abortado?

María suspira y larga aire antes de decirle con cierta sonrisa – creo que pensé en lo que hubiese hecho yo... si me hubiese pasado que me enamoraba de un tipo, y después me enteraba que tenía 2 hijos y una mujer... yo hubiese tenido a esa criatura... y no hubiese querido saber de ese hijo de puta nunca más en mi vida-

Cuando Beto le confesó a María su relación furtiva con Estela, la mamá de Laura, allá por el sexto mes de embarazo. También le contó que la mujer había abortado. Porque esa fué la información que le dieron a él.

Una vez más...حيث تعيش القصص. اكتشف الآن