Epílogo

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Dos años después de ese verano en Cariló, todos entendieron el significado de intentar "una vez más" todo aquello que alguna vez funcionó, o no... y que por miedo, vergüenza, dolor o cualquier otro tabú, no habían vuelto a intentar.

Candela y Agustín después de viajar por Europa y volver a Argentina, empezaron a convivir. Probaron un mes, como si estuviesen probando un mes de cable gratis, y terminaron abonados.

Ahora Candela deambula por la casa de sus padres y sube al ciruelo, porque vá a pasar a casa de sus vecinos a tomar mates, con Mateo en su panza de 7 meses de embarazo.

El padre de la criatura está reforzando la escalera de madera que la hace subir y bajar del árbol para que no se caigan al pasar.

Eugenia está en la galería en donde tantas veces se juntó a estudiar con Lali cuando iban a la facu, sentada sobre las piernas de Nicolás, que tiene su cabeza hundida en el hueco de su cuello, llenándola de besos y cosquillas, y por el rabillo del ojo vigila el asado que sigue preparando para todos, como desde hace años.

Ella, está practicando en su notebook, un programa nuevo de diseño que Lali le recomendó para hacer maquetas virtuales.

Rufina con 12 años, está sentada en la hamaca paraguaya con Dante, su amigo especial, y los dos miran la pantalla del teléfono y se ríen con unos videos de youtubers, que nadie entiende más que ellos.

Gastón está junto al compresor que infla el pelotero gigante que las 4 parejas de abuelos compraron para sus nietos... los que están y los que vienen en camino.

Y Rocío sale de la cocina a paso lento trayendo en una mano la primera fuente con la picada, y en su otro brazo a Francesco, el bebé de 4 meses que les cambió la vida, en cuanto a Gastón le dieron el alta de su trasplante.

Así que Francesco y Mateo, serán dos primitos que se llevarán muy pocos meses de diferencia, como Allegra y Rufina... que ya con 7 años cada una, están vigilando a Bruno, que quiere tirarse del tobogán a la piscina de pelotitas en las que ellas dos nadan junto con Lupita poniéndolo verde de furia.

Peter lo agarra a upa. Es tan gordito y rubio como él cuando era un bebé. Llorón, atolondrado y súper mamero, todavía anda prendido a la teta de su madre, aunque en 2 meses cumple los dos años.

Bruno es lo más mimado de la casa, y sus primas y hermana lo aman porque es un chanchito simpaticón, que todo lo quiere y todo lo pide a los gritos.

Lali oye el timbre y tiene que ir ella a abrir por dos motivos.

El primero, es que desde hace un poco más de un año, la familia Lanzani – Espósito, se ha mudado con sus 7 integrantes a la casa que alguna vez fué de sus padres.

Sara y Jorge les hicieron el cambio por su departamento, porque para ellos era inmensa y Peter y Lali tenían que mudarse si querían complacer a Allegra de traer a Bombón, Bellota y Burbuja... el perro y las dos gatitas, en ese orden que habían adoptado.

En principio, sólo iban a venir Bombón y Burbuja. Un perro colorado y mestizo, que era eso mismo... un bombón, y burbuja, una gatita blanca y gris preciosa de la que Lali se enamoró al instante.

Pero como tenía una hermanita a la que dejarían solita, si no la adoptaban... también se trajeron a bellota que era negra y blanca, y la debilidad de Allegra.

Eran todos súper mimados y dormían dentro de casa, en tres camitas de reyes.

El segundo motivo por el que Lali tiene que ir a abrir, es porque ninguno de los abuelos y padres de todos los que están allí, están en casa.

Una vez más...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora