8.- Segundo año.

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Ya iban a iniciar las clases de segundo año en Hogwarts para algunos, y había en especial tres alumnos que ya estaban ansiosos por entrar; tenemos a Hermione Granger, quien estaba ya leyendo libros para los de segundo año que había comprado desde el año pasado, aunque ñe faltaban los de Gilderoy Lockhart que pidieron; también esta Harry Potter, quien ya quería entrar para ver a sus amigos que no había escuchado de ellos en todo el tiempo porque cierto elfo detenía las cartas; y por último tenemos a Draco Malfoy, quien ya estaba aburrido de estar en la Mansión Malfoy, no importa que tsn grande sea o que tan grande esté el patio, ya se había acostumbrado a Hogwarts en tan poco tiempo.

Draco estaba caminando por el callejón Knockturn al lado de su padre porque dijo que le iba a dar un regalo, bien podría dejarlo ir por su regalo solo, pero estaba tan aburrido en la mansión que decidió ir. Sí, a ese grado de aburrimiento llegó.

—¿Me lo vas a comprar aquí? —preguntó Draco fastidiado de la caminata—. Ya llevamos tiempo deambulando por aquí y no hemos entrado a ninguna tienda.

—Silencio, Draco—ordenó su padre.

Draco rodó los ojos y su padre siguió, hasta que llegaron a una tienda y su padre la abrió, él entró también. Al entrar pudo ver que el lugar estaba llenó de artefactos raros. Sin duda estaba decepcionado si su padre le compra el regalo en ese lugar.

—No toques nada, Draco—le dijo su padre.

Draco rodó sus ojos.

—Creía que me ibas a comprar un regalo.

—Te dije que te compraría una escoba de carreras—le dijo su padre en el mostrador.

—¿Y para qué si no estoy en el equipo de la casa? —preguntó Draco—. Harry tenía una Nimbus 2000. Y obtuvo un permiso especial de Dumbledore para poder jugar en el equipo de Gryffindor. Y es muy bueno.

Draco se inclinó para ver bien un estante lleno de calaveras.

—Harry venció a un troll y paso muchas pruebas en una noche...

Lucius Malfoy, hizo una mueca de fastidio y tocó otra vez el timbre.

—Me lo has dicho ya una docena de veces por lo menos—dijo dándole una mirada fulminante—. Es irónico cómo hablas del héroe que venció al Señor Tenebroso, gracias a Merlín, pero él no te ha mandado ninguna carta.

Draco dejó una esfera de cristal y lo miró hiriente pero luego cambió a su cara de superioridad en unos segundos.

—Debe de estar ocupado con sus tíos muggles—dijo y luego susurró para él mismo—, me había prometido que mandaría cartas...

—¡Oh, señor Borgin!

Detrás del mostrador apareció un hombre encorvado, alisandose el cabello grasiento.

—¡Señor Malfoy, que gusto verlo de nuevo! —dijo el señor Borgin— ¡Qué honor! Y ha venido también el señor Malfoy hijo. Encantado. ¿En qué puedo servirles? Hoy les puedo enseñar a un precio razonable...

—Hoy mo venvo a comprar, sino a vender...

En lo que ellos dos estaban hablando, Draco decidió darle un vistazo al lugar. Un espejo de mano rota, un libro que decía "no abrir" y lo hubiera hecho pero había un candado, un set de anillos, un juguete de trapo.

Catching FeelingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora