Capítulo 2. La vida sigue... Aunque no quieras

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Un minuto, tal vez dos... Segundos, quizás...

Quinn había conseguido lo que tanto quería, ser el nuevo centro de atracción para alguien más. Estaban las dos en silencio. El sonido del móvil de la rubia las logró al fin, sacar del letargo donde ambas chicas habían quedado hace poco.

— Lo siento, pero debe ser mi padre. He quedado con ellos en ir a almorzar. No pensé, que recibirías mi correo de manera inmediata, aunque pensándolo bien, no sabía que te traía tan loca — dijo la chica nuevamente con esa sonrisa que hacía viajar a la castaña, a quien sabe donde cada vez que la dedicaba.

— Yo... No sabía. Discúlpame. Soy una tonta... — Indicó haciendo amagos de levantarse de su asiento. Quinn, se inclinó sobre su escritorio y la tomó del brazo, delicadamente.

— Hey! No te vayas. Perdona mis palabras y mi egocentrismo extremo. A veces pienso que soy la única cosa importante en el mundo. No quiero decir con esto que no lo sea pero... — Marley dibujó en sus labios una tímida sonrisa por el comentario. Quinn, llegó a su lado — Quiero salir contigo a almorzar. No será el día de hoy, pero podemos quedar mañana, te parece?

— Me parece bien. Pero, qué tal si te invito yo? Conozco un sitio que tal vez...

— Venga, me has dado en mi orgullo — dijo con fingida molestia, interrumpiéndola abruptamente — Te estoy invitando yo, por ende soy la que cubrirá todos los gastos. No me gusta que escatimen en mí. No me conoces.

— Sí, sé que eres la hija de mí jefa. La dueña de estas empresas, pero no quiero que pienses que estoy abusando de ti...

— Shhh!!! — susurró mientras se acercaba un poco más a la castaña. Podía notar el nerviosismo de la encantadora chica — Al momento en que te vi entrar por esa puerta, has nublado todos mis pensamientos. Puedo, decirte algo?

— Si — contestó perdida en los verdes ojos de la joven.

— Por qué nunca me dijiste, que te llamaba la atención? Acaso mi madre te ha amenazado con el látigo de cuero lustroso con el que arrea al ganado, que tiene en su oficina? — Preguntó alzando una ceja.

— NO! Quinn, qué cosas dices? — rió tímidamente — Soy incapaz de faltarle el respeto a tu madre y es lógico que no te había dicho nada, porque si apenas tú... me determinabas.

— YO? — preguntó inocentemente y retrocediendo un paso — Si cada vez que puedo, estoy pendiente de lo que haces, solo que "tu jefa" es un poquito amargada y una de las cláusulas que rigen mi contrato en esta empresa es que "Tengo prohibido acercarme a cualquier ser humano que lleve ropa interior femenina y faldas" — Aquel comentario le causó bastante gracia a Marley, arrancándole una carcajada para luego ponerse un poco seria.

— Quiere decir entonces, que te gusta demasiado la lencería femenina? – Preguntó con fingido enojo.

— Bueno! — había sido demasiado sincera. Rascó su cabeza y continuó — Para nadie es un secreto que tengo un exquisito gusto por las mujeres, pero eso no quiere decir que viva persiguiéndolas o acosándolas a cada rato. Además, llevo un buen tiempo soltera — al decir estas palabras, sus facciones se endurecieron un poco. Su móvil volvió a anunciar un mensaje.

— Pasa algo? — Preguntó Marley al ver el cambio.

— No. No pasa nada. Debe ser mi padre con un pequeño ataque de hambruna y si no estoy lista, creo que la teoría de que yo sea el plato principal, se llevará a cabo — La castaña rió.

— Venga, no pasa nada. Espero que tengas buen provecho y que todo salga bien con tus padres, si?

— Gracias... Marley? — llamó a la chica que ya se dirigía a la puerta.

— Si?... — dijo deteniendo su paso a mitad del camino.

— Creo que no me has dado el número de tú móvil — dijo sacudiendo el suyo al ras de su cabeza mientras se acercaba a la chica.

— Claro. Lo siento. Anota...

La mano de Quinn rozando su mejilla izquierda, hizo que se quedara en silencio.


Automáticamente cerró los ojos y sintió los cálidos labios de la rubia, juntarse con los suyos. Un cosquilleo se apoderó de toda su espina dorsal, enviándole un corrientazo por todo su cuerpo que culminó una vez que dejó de sentir la tibieza de aquel inesperado beso.

— Solo quería besarte. Tú número, ya lo tengo — dijo mostrándole la pantalla del móvil donde podía verse claramente el nombre de la chica con su número perfectamente guardado en la agenda telefónica.

[...]

Eran más de las 14:00 horas de la tarde, y el tráfico en la ciudad no apestaba como en algunas ocasiones. Más bien, le parecía que todo estaba más tranquilo de lo normal. Tal vez, habían venido los extraterrestres y habían evacuado la ciudad para evitar una catástrofe, pero no era tiempo para poner a fantasear su mente y mucho menos, cuando tenía a sus padres, esperando por ella desde hacía media hora.

Amigas Con DerechosWhere stories live. Discover now