Capítulo 7: Chocolate, y.... verde que te quiero verde (Parte 1)

327 16 3
                                    

Era el quinto día de aquella semana. La misma había transcurrido de forma rápida. Para Rachel no era un día normal por así decirlo. Su esposa, esa noche como todos los viernes, se iba con sus amigas al club un rato donde suponía charlaban cosas triviales y sin importancia para ella, así que aprovechaba para salir con su mejor amigo de toda la vida Noah Puckerman a jugar al póker o simplemente hablar una que otra cosa que les haya acontecido.

Eran las 9:16 am cuando se disponía a salir a su despacho. La semana había sido de "perros" por llamarlo de alguna manera. Expedientes iban y venían. Reuniones con clientes malhumorados, otros un tanto incomprensibles pero así era su forma de vida desde que se graduó en Leyes y comenzó a ejercer su profesión.

— Vas a ir al club con tus amigas? — Preguntó a su esposa mientras terminaba de acomodar algunos papeles en su maletín ejecutivo.

— Sí. Como todo los viernes. Por qué preguntas? Tienes algo especial en mente? — Cuestionó secamente la latina sin alzar la vista de un libro que leía en su regazo.

— Sólo quise preguntar, es todo — No esperó respuesta alguna. Terminó de cerrar su portafolio sin dar más importancia al asunto y lista para irse, comenzó andar hacia la puerta. Con la mano en el picaporte, ya a punto de salir de casa, la voz de su mujer la detuvo.

— Rachel...

— Dime, San — Dijo de espaldas. Eran muy pocas las veces que llamaba a su esposa por su diminutivo — Necesitas algo? — Se giró al sentir que la mujer se acercaba a ella.

— No vas a despedirte de mí, ni con un beso? — Santana se paró delante de ella con una sonrisa que parecía algo más que una mueca irónica, la miraba con picardía.

— Claro — Dijo la morena acercándose para depositar un beso en la comisura de los labios de ésta. San, tomándola de la cintura, devolvió el beso de manera correcta posando sus provocativos labios sobre los de Rachel haciendo que ésta soltara de inmediato su maletín en el suelo para colocar sus manos en una posición más cómoda.

El beso fue subiendo de intensidad y poco a poco la fue empujando hacia el sofá que estaba en medio de la sala, colocando a su esposa debajo de ella, sintiendo una ola de placer que se apoderaba rápidamente de sus cuerpos.

— Por qué... no subimos...a la habitación? — Preguntó la morena con la respiración entrecortada tratando de quitarse el saco, que ya comenzaba a darle un poco de calor.

— No creo que resista llegar hasta allá — Decía una latina totalmente extasiada — Quiero que me tomes acá mismo Rachel, te deseo tanto — Continuó para enredar sus manos bajo los castaños cabellos de una morena que llevaba sus manos mucho más allá de la seda que cubría el esbelto y bien cuidado cuerpo de su mujer.

Sabía que la estaba provocando, conocía su punto débil y ese punto era ella. Jamás había dejado de desearla y era la única manera de tenerla allí, enredada, a su merced. Conocía a su esposa, y el alcance que ésta tenía, pero era débil cuando de esa mujer se trataba. La había amado siempre, desde que era una simple adolescente.


>>>>>>> FLASHBACK


— Que pretendes, Roseline? — Preguntó una joven Rachel de 18 años a su hermana gemela mientras que la otra chica, fingía no dar importancia a la impaciencia de su otra igual.

— Pues, deberías de dejar de hacer preguntas tontas y terminar de vestirte. Dentro de un rato vendrá Santana a por nosotras — Dijo la segunda morena mirando por el rabillo del ojo a su desesperada hermana.

— De verdad que estás loca, Roseline. No pretendo salir con vosotras. No. Me niego rotundamente — Puntualizó decididamente mientras comenzaba a moverse dentro del cuarto como si de un león enjaulado se tratara. No podía controlar sus nervios.

— A ver, a qué le temes. A mamá o a tener que enfrentarte cara a cara con Santana? – Roseline rodó los ojos, observando el recorrido que hacía su hermana – Apuesto a que me voy más por lo último que he dicho ya que por tu comportamiento felino de zoológico de quinta, los nervios van a desgastarte completa – Rach le dio una mirada, cargada de impaciencia y nervios a la vez – Te he dicho miles de veces que le gustas. Esa latina está perdidamente loca por ti. No sé porque tienes que ponerte como una...esquizofrénica. Vamos! Cálmate Rachel por favor, o me veré obligada a patearte el trasero — Con los codos extendidos sobre su cama, la morena de ojos ambar, miró como Rach parecía relajarse un poco. De igual manera pensaba que "Su hermana, a ese ritmo, no conseguirá pareja en ningún momento de su asquerosa vida".

— Está bien, me calmo — Dijo Rachel sentándose por fin en la silla de un escritorio estudiantil llevándose las manos a su cara, transpirando a mil por horas — Qué voy a decirle? — Continuó aún sin descubrir su cara. La misma estaba teñida de un rojo bastante intenso.

— Pues tonta, le puedes decir que quieres con ella, te la llevas a la cama y fin de la historia. Al menos sabré que no morirás virgen y menos estúpida.

— No me ayudas en nada, Roseline — Manteniendo la misma posición ya con las manos sobre sus rodillas. En serio, su hermana podía ser tan hostil si sé lo proponía, pero tal vez tenía toda la razón del mundo. Era ahora o nunca.

Amigas Con DerechosWhere stories live. Discover now